Por Pedro Arias en La Voz de Galicia
En las personas, como en las organizaciones, el cerebro define
En el atentado referente del modelo islamista, el del 11 de septiembre del 2001 de Estados Unidos, se supo de inmediato la naturaleza de su concepción, al ser ejecutada por cuatro comandos suicidas. Después se conoció la logística y organización. Concebida por el estratega de Al Qaida, Khalid Sheik, del comité militar de Bin Laden, fue financiada por transferencias de Dubái, Qatar y Arabia Saudí a las cuentas de Hamburgo donde radicaba el jefe de operativo, M. Atta -un planificador urbanístico experto en mapas y edificios-, que dirigió los comandos de cuatro aviones, formados por verdaderos islamistas suicidas en acción.
En España todo ha sido diferente, más carpetovetónico que islamista, en lo que a los imputados se refiere. El principal condenado ha sido un asturiano que apenas ha trabajado a causa de una incapacidad por esquizofrenia; era un confidente disciplinado, llegando a comunicarse con su controlador hasta en el viaje de bodas. Los otros dos son un traficante de hachís de poca monta y un socio de un pequeño locutorio telefónico de Lavapiés.
El resto de los potenciales culpables importantes en el sumario están muertos. Cuatro eran delincuentes y traficantes de drogas; otro, un becario, y dos ex presidiarios. No se suicidaron con las bombas en los trenes asegurando la acción y demostrando así su fe y martirio; lo esperable de un islamista. Al parecer lo hicieron en un piso de Leganés, casi un mes más tarde, y después de dar tiempo al desalojo de
El tribunal presidido por Gómez Bermúdez encontró pocos candidatos a responsables de estado mayor; ni muertos ni vivos. Ninguno para eminencia gris ni para jefe de grupo. Ha rebajado las penas a la tropa presente y absuelto del cargo a los presuntos cerebros. En definitiva, que los condenados del 11-M de Madrid son los descerebrados. Los otros, los terroristas de altura, solo Dios sabe quiénes pueden ser. Los del primer sumario no lo eran; y en la sentencia no están ni se les espera. Todo muy feo y triste.
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