Muchos informativos mundiales abrieron este jueves con la noticia de que un equipo neoyorkino dirigido por el español Joan Messagué descubrió los mecanismos de la metástasis que llevan un cáncer de mama hasta los pulmones.
En Cataluña, los nacionalistas proclamaron con orgullo patriótico que Messagué es catalán, mientras negaban su españolidad. En realidad, este farmacéutico y bioquímico de 53 años, de los que pasó los últimos 25 en EE.UU., cuenta ya con los premios de investigación Príncipe de Asturias y Rey Don Juan Carlos. Se siente catalán, español y estadounidense.
Y debe recordarse que, gracias a EE.UU., Joan Messagué y millares de sabios como él de todas las partes del mundo se han alejado, y frecuentemente escapado, de los localismos ególatras y paralizantes, de su medio de origen dominado por mediocres.
Han encontrado un ambiente cosmopolita y plurinacional que estimula su talento y cambia el mundo para nuestro bien. Le llamamos ignorante a Bush, pero en su país hay el doble de universitarios que en toda Europa, mucho más poblada.
Durante el último siglo innumerables laboratorios estadounidenses como el Memorial Sloan donde Messagué trabaja, cientos de universidades, algunas con presupuesto muy superior al de la suma de las universidades españolas, han logrado casi todos los avances técnicos y científicos que revolucionaron el mundo; aunque para trabajos auxiliares haya centros de otros países, también españoles, copartícipes en algunas investigaciones.
Vivimos el doble que nuestros cercanos antepasados, sanos y más confortablemente gracias a ese inmenso laboratorio del bienestar que ha creado ese país odiado por los desagradecidos. La URSS, que tanta admiración atraía, nunca aportó ni un medicamento ni una técnica quirúrgica de valor para el progreso humano.
vía Crónicas Bárbaras
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