Radiografía del 11-M (2/5 -El atentado)


Sobre l as 7.40 horas del 11 de marzo, cuatro trenes de cercanías que se dirigían a Madrid sufrieron el impacto de un total de 10 bombas (tres de los artefactos colocados no llegaron a estallar) causando un total de 191 muertos y más de 1.500 heridos. Fue el mayor atentado de la Historia de España y de Europa.

1. Los autores.
En su auto de procesamiento del 10 de abril de 2006, el juez Juan del Olmo, implica a un total de 40 personas en la realización del atentado: siete de ellos se suicidaron en Leganés, cuatro se encuentran huidos y 29 están procesados. De estos últimos, nueve son españoles y están encuadrados en la llamada trama asturiana.
Antes de cometerse el atentado, según se desprende del sumario, 34 de los 40 implicados estuvieron controlados por la Policía, la Guardia Civil o el CNI, a través de intervenciones telefónicas, seguimientos o por la información facilitada por, al menos, cinco confidentes que estaban infiltrados en todos los grupos que participaron, según el juez, en la masacre. La mayoría de los procesados son delincuentes comunes, traficantes de droga, etcétera.

2. El explosivo.
Según los informes policiales, asumidos tanto por el juez como por la fiscal del caso, el atentado se cometió utilizando Goma 2 Eco, explosivo fabricado por ERT. Según la misma versión, 210 kilos de dicho explosivo fueron sustraídos de una pequeña explotación minera asturiana conocida como Mina Conchita.
Pero, ¿lo que estalló en los trenes fue realmente Goma 2 Eco?
Por increíble que parezca, ni el juez ni la fiscal han podido llegar a una conclusión clara. Tan sólo se atreven a afirmar que, de los análisis realizados en el laboratorio de los Tedax, se desprende que en los focos de las explosiones se encontraron «restos de componentes de dinamita». Esa definición es tan genérica que permite manejar como hipótesis que el explosivo utilizado fuera, por ejemplo, Titadyn (habitualmente utilizado por ETA), ya que se trata, como la Goma 2 Eco, de una dinamita.
La confusión sobre lo que realmente explotó en los trenes se acentúa si se tiene en cuenta que el responsable de los Tedax, Juan Jesús Sánchez Manzano (recientemente destituido por Interior), declaró en el Congreso de los Diputados que los primeros análisis sobre los restos encontrados en los focos de las explosiones dieron como resultado el hallazgo de nitroglicerina. Dicha sustancia no se encuentra en la Goma 2 Eco, pero sí en otras dinamitas como el Titadyn.
Las sospechas se acrecentan tras saber que los restos de los focos nunca se enviaron al laboratorio de la Policía Científica (que es el laboratorio oficial y que cuenta con muchos más medios que el de los Tedax).
Sin embargo, los restos que sí se enviaron al laboratorio de la Policía Científica fueron los hallados en un trozo de papel parafinado encontrado en la furgoneta Renault Kangoo que presuntamente los terroristas dejaron aparcada en las cercanías de la estación de Alcalá de Henares.
Inexplicablemente, dichos restos, así como una muestra patrón remitida por los Tedax a la Policía Científica, resultaron estar contaminados con metenamina, una sustancia que no se encuentra entre los componentes de la Goma 2 Eco. Es decir, que ni en los focos de las explosiones, ni en la Renault Kangoo había muestras indubitadas de Goma 2 Eco.
Así que, antes de que se localizara el piso de Leganés (el 3 de abril de 2004), la única prueba de que los terroristas utilizaron Goma 2 Eco está en la mochila que apareció en la comisaría de Puente de Vallecas, conteniendo, además de dicho explosivo, un teléfono y la tarjeta que desencadenó las primeras detenciones.
Las dudas sobre el origen de la mochila no son especulaciones periodísticas, sino que han sido expresadas por la propia Policía.El primero en hacerlo fue el responsable de la custodia de los objetos recogidos en la estación de El Pozo, el inspector jefe Miguel Angel Alvarez, quien no reconoció ante el juez Del Olmo la bolsa que le mostró como uno de los enseres que se recogieron bajo su custodia en la mañana del 11 de marzo en la citada estación.
No sólo él. En el macroinforme resumen de la investigación, realizado por la UCIE y la UCI en octubre de 2005, para su remisión al juez Del Olmo, se dice expresamente que la mochila de Vallecas «pudo ser manipulada en el Pabellón de Ifema».
A esas dudas hay que sumar el hecho de que, según han demostrado las radiografías que Sánchez Manzano le ocultó al juez durante varios meses, los cables que conectaban el detonador con el teléfono móvil que hacía de temporizador estaban desconectados. Es decir, que era imposible que pudiera haber hecho explosión.
El día 2 de abril, la Guardia Civil, alertada por un operario de Renfe, encontró bajo las vías del AVE a la altura de Mocejón una bolsa con 12 kilos de Goma 2 Eco. Los terroristas habían pretendido hacer volar el tren con un rudimentario sistema de mando a distancia con una pila, uniendo varias secciones de cable hasta un total de 136 metros.
Donde también se encontraron muestras de Goma 2 Eco, como ya se ha dicho, fue en el piso de Leganés. Además de recogerse restos que sumaban un total de 17 kilos y del explosivo que utilizaron los terroristas para hacer saltar por los aires la vivienda de la calle de Martín Gaite (se estima que pudieron emplear en la deflagración unos 20 kilos), la Policía localizó envoltorios de cartuchos que sumaban un total de 90 kilos de explosivo.
El hallazgo de Leganés (al margen de otras consideraciones) daba a la Policía una pista muy clara para poder determinar el origen y la cantidad de explosivo utilizado por los presuntos autores del 11-M.
Pero, según las investigaciones de la Guardia Civil, a Mina Conchita (de donde se supone que se robó la dinamita para el atentado) sólo llegaron cartuchos con las numeraciones halladas en Leganés entre el 23 de enero de 2004 y el 25 de febrero de 2004. Además, durante ese mes sólo se suministraron a dicha mina 1.175 kilos de dicho explosivo. Es decir, que, si se sostiene la tesis de que los terroristas dispusieron de más de 200 kilos de Goma 2 Eco, según se establece en el sumario, eso supondría que habrían hecho desaparecer casi el 20% del total de la dinamita consumida en la mencionada mina con esas numeraciones. A eso hay que añadir que la empresa propietaria (Caolines de Merillés) no denunció ningún tipo de robo en ese periodo ni tampoco en los meses anteriores.
Pero hay otros datos que no cuadran con la hipótesis de que el explosivo utilizado en el 11-M sólo provenía de Mina Conchita.Según sostiene la fiscal en su escrito de acusación, la forma de sustraer la dinamita era la siguiente: el minero Raúl González, El Rulo, «cuando trabajaba un viernes en turno de tarde, dado que era el último en abandonar la mina, sustraía dinamita apartándola del consumo, en cantidades de 5 a 10 kilos cada vez para dejarla oculta dentro de una bolsa de plástico verde, en un lugar predeterminado donde la recogía [Emilio Suárez] Trashorras durante las noches del sábado al domingo».
Pero El Rulo no trabajaba en Mina Conchita desde el mes de diciembre de 2003, en que fue trasladado a la Mina Collada y Anexas. En dicha mina sólo se recibieron 475 kilos de dinamita con las numeraciones aparecidas en Leganés, lo que hubiera supuesto robar casi la mitad de lo recibido. Además, según la explicación de la fiscal, es materialmente imposible robar más de 200 kilos en sólo un mes, ya que, en el supuesto de sustracción máximo (10 kilos cada viernes), El Rulo sólo podría haber hecho desaparecer un total de 40 kilos de dinamita.

3. Las bombas.
Según se desprende tanto del auto de procesamiento del juez como del escrito de acusación de la fiscal (31 de octubre de 2006), los terroristas utilizaron la Goma 2 Eco y los detonadores robados en Asturias para confeccionar 13 bombas, de las cuales 10 hicieron explosión en los trenes.
Como temporizadores utilizaron otros tantos teléfonos móviles, que fueron activados el día 10 en la guarida que tenían los terroristas en las proximidades de Morata de Tajuña.
Según relata la fiscal en su escrito, el 25 de febrero de 2004 «fueron adquiridas por personas no suficientemente identificadas 30 tarjetas prepago» en el locutorio de Jamal Zougam (Jawal Mundo Telecom) en Lavapiés. Entre ellas estaría la que apareció en la mochila de Vallecas.
Una pequeña reflexión. Según el juez y la fiscal, Zougam es uno de los autores materiales del atentado del 11-M. ¿Era entonces tan tacaño como para cobrarle las tarjetas de teléfono a su propio comando? Por no hablar de la terminología utilizada respecto a los compradores. O están identificados o no lo están. No se puede estar «no suficientemente identificado», como apunta la fiscal.
En resumen, que no se sabe quién compró las tarjetas.
Los teléfonos (en un total de nueve, es decir, cuatro menos que el número total de bombas) se compraron en la tienda Bazar Top (calle Real de Pinto) por dos individuos no identificados, que, según el dependiente que les atendió, parecían hablar en «búlgaro».
Es decir, que no se sabe ni quiénes compraron las tarjetas ni tampoco los teléfonos, que fueron la pieza clave de las bombas que explotaron el 11-M.
Ahora bien, ¿se montaron las bombas en la casucha de Morata? El juez sostiene rotundamente que sí, pero la fiscal añade en su escrito una duda cuanto menos interesante.
Del grupo de 30 tarjetas compradas en la tienda de Zougam, un total de siete se activaron en una BTS (antena o repetidor) cercana a Morata de Tajuña el 10 de marzo de 2004. Las tarjetas que no realizan llamadas pero sí se encienden (por ejemplo, para activar la alarma del despertador) dejan un rastro en la BTS que no se borra hasta pasadas 72 horas.
¿Por qué entonces sólo quedó el rastro de siete tarjetas en la BTS de Morata? Una posibilidad es que las bombas se montaran en dos tandas. Una primera, imaginemos, el día 9 o en las primeras horas del día 10; y otra, durante la tarde del día 10. Hay que tener en cuenta que la información solicitada por la Policía a las compañías telefónicas se cursó el día 13 por la tarde.Por tanto, todos los teléfonos encendidos y que no hubieran hecho llamadas después de las 72 horas anteriores a la búsqueda por parte de la Policía no habrían dejado rastro.
Como de pasada, la fiscal apunta en su escrito de acusación otra posibilidad: que una parte de las bombas se hubiesen montado en Morata, y otro grupo, en Leganés.
Sin embargo, la fiscal no tiene en cuenta un aspecto técnico fundamental: cuando la Policía pidió a la compañía Amena los datos sobre las tarjetas, no especificó ninguna BTS en concreto.Es decir, que si los teléfonos se hubiesen encendido en Leganés, la BTS más próxima al piso de Martín Gaite hubiera registrado los números de las tarjetas insertadas en los mismos.
Apuntando esa hipótesis, la fiscal está intentando resolver un enigma que ni ella ni el juez se han atrevido a resolver. ¿Por qué había en el piso de Leganés fundas de cartuchos que sumaban en total 90 kilos de Goma 2 Eco? Si los terroristas usaron 12 kilos para el atentado frustrado del AVE; otros 20 kilos para hacer saltar por los aires la vivienda de Martín Gaite, y la Policía localizó restos por un total de 17 kilos. ¿Dónde están los 41 kilos que faltan hasta completar los 90? ¿No será que una parte de la dinamita de los cartuchos de Leganés se utilizó para los atentados? Es decir, ¿no será que los terroristas sólo lograron efectivamente 90 kilos de Goma 2 Eco?
Y, por último, aunque no menos importante. ¿Quién montó las bombas? Ninguno de los presuntos autores materiales del atentado tenía conocimientos suficientes como para fabricar bombas con móviles.
La Policía ha manejado diversas hipótesis. Desde que fue Trashorras quien les enseñó a hacerlo a El Chino y su banda, hasta que el aprendizaje pudo llevarse a cabo en un campamento de entrenamiento de terroristas próximo a Jalalabad (Pakistán). Sin embargo, la Policía no ha aportado pruebas que demuestren la veracidad de ninguna de dichas teorías.

4. La Renault Kangoo.
La primera prueba localizada por la Policía relacionada con los autores del atentado fue una furgoneta Renault Kangoo. Según relató Luis Garrudo, el portero de una finca cercana a la estación de tren de Alcalá de Henares, poco antes de las siete de la mañana del día 11 vio salir de ella a tres individuos tapados con bufandas que le llamaron la atención.
Sobre las 10.30 horas, cuando ya se tenía cierta conciencia de la magnitud del atentado, Garrudo llamó a la Comisaría de Policía de Alcalá. Al lugar se trasladaron agentes de la Brigada de Información y, posteriormente, agentes de la Policía Científica. La inspección ocular no detectó nada extraño. Incluso, uno de los policías y el propio Sánchez Manzano, en sus comparecencias ante la Comisión del 11-M, dijeron que «estaba vacía». Dos perros adiestrados para la detección de explosivos husmearon dentro y fuera del coche sin detectar nada. Incluso hubo un agente de la Brigada de Información que estuvo en el interior del vehículo sin observar tampoco nada extraño.
Como se sabe, la cerradura de la furgoneta no había sido forzada (su dueño había denunciado su desaparición el 28 de febrero de 2004) y la matrícula no había sido falsificada.
Según la versión oficial, la Renault Kangoo fue llevada a las dependencias de la Unidad Central
de Policía Científica a las 15.30 horas. Allí, en una primera inspección, los agentes se toparon con una bolsa de plástico debajo del asiento del acompañante del conductor que contenía detonadores y un trozo de papel parafinado con restos de explosivo. También encontraron una cinta con versos coránicos, lo que de forma automática apuntaba a la autoría islamista del atentado.
¿Cómo es posible que ninguno de los dos perros detectara la presencia de dicha bolsa en el coche? ¿Cómo se explica que un policía experto en terrorismo ni siquiera mirase debajo del asiento del copiloto, lugar donde grupos terroristas como ETA suelen colocar sus trampas? ¿Cómo se explica que durante las inspecciones en el lugar donde se localizó el vehículo ningún policía se fijara en la cinta con versos coránicos?
Según se ha sabido con posterioridad, la furgoneta llegó casi una hora antes de lo que se había dicho a las dependencias policiales.Además, en lugar de ir directamente a las instalaciones de la Policía Científica estuvo en un hangar de los Tedax. ¿Qué ocurrió durante cerca de 60 minutos antes de que los miembros de la Policía Científica localizaran las tres primeras pruebas (detonadores, resto de explosivo y cinta coránica) que apuntaban claramente en una dirección la autoría del atentado?

5. El Skoda Fabia.
El día 13 de junio de 2004, tras la denuncia de una mujer que vive en la calle donde se localizó la Renault Kangoo, la Policía halló un automóvil Skoda Fabia, propiedad de la empresa de alquiler de coches Hertz, en cuyo maletero había una funda de pistola y algunos objetos con restos de ADN que correspondían a algunos de los presuntos autores de la matanza. Ese coche estaba aparcado a tan sólo 15 metros de donde se encontraba la Renault Kangoo.Aunque durante mucho tiempo no ha habido una versión oficial sobre el extraño suceso, la fiscal del caso da por hecho en su escrito de acusación que el Skoda Fabia estuvo aparcado en esa misma calle desde el día 11 de marzo. Según esa versión, los distintos cuerpos de policía que acudieron al citado lugar ni siquiera habrían inspeccionado los automóviles aparcados junto a la Renault Kangoo. Es decir, que, para evitar otras posibles hipótesis, se asume implícitamente que la Policía actuó con una negligencia merecedora, al menos, de una ejemplar sanción. ¿Y si en ese automóvil hubiese habido explosivos? Justo al lado de donde estaba estacionado hay un colegio, y por esa misma acera pasan todo los días cientos de personas que van y vienen de la estación de tren de Alcalá. Hay que tener en cuenta que, según esa versión, el Skoda Fabia habría estado abandonado en la calle del Infantado durante ¡más de tres meses! sin que la Policía se hubiese percatado de ello. Y eso que estamos hablando del peor atentado de la Historia de España.

6. El piso de Leganés.
Uno de los episodios más oscuros en relación al atentado de Madrid es la localización y muerte de los presuntos terroristas que se encontraban en una vivienda de la calle Martín Gaite de Leganés.La propia versión oficial sobre el descubrimiento del inmueble es contradictoria. El relato de los hechos que recoge el juez Del Olmo en su auto de procesamiento es incompatible con el que aparece en el escrito de acusación de la fiscal.
Según la narración del magistrado, la Policía localizó el piso sobre las 15.30 horas del 3 de abril de 2004. Después de haberse desplazado al lugar dotaciones de la UCIE y de la UCI, uno de los inquilinos de la vivienda, que había bajado a tirar la basura, sospechó de la presencia de los agentes y se dio a la fuga. Momentos después, desde una de las ventanas del primer piso, comenzaron a efectuarse disparos hacia el exterior. Sobre las 19.00 horas llegaron las dotaciones de los GEO y sobre las 21.00 horas se produjo la detonación que terminó con la vida de los siete presuntos terroristas y del agente Javier Torronteras.
Según la fiscal, sobre las 18.45 horas de ese mismo día se produjo un tiroteo en las inmediaciones de la estación de tren de Zarzaquemada (situada a varias manzanas del piso explosionado) entre la Policía y unos individuos con rasgos árabes que, posteriormente, se dieron a la fuga en un coche y se refugiaron en el piso de la calle de Martín Gaite.

¿Cuál de las dos versiones es la buena?
El caso es que siete de los presuntos autores materiales de la masacre murieron el 3 de marzo en lo que se supone que fue un suicido colectivo. Pero, ¿por qué se suicidaron en lugar de utilizar la dinamita para matar «infieles»? ¿Por qué se suicidaron entonces y sin embargo no murieron como auténticos muyahidin en las explosiones de los trenes, lo que les habría garantizado, según su interpretación del Corán, la entrada directa en el paraíso?

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