Marx, Keynes y Milton Friedman

Por PEDRO ARIAS VEIRA en La Voz de Galicia

SON LOS PENSADORES socioeconómicos de la modernidad; los referentes de las alternativas políticas y sociales de hoy. Marx dividió la humanidad en dos clases esenciales, la burguesía y el proletariado. La una vivía a costa de la otra, la explotaba con salarios de subsistencia gracias a un inagotable ejército de reserva laboral. Pero el sistema económico, el capitalismo, era inestable y estallaría en crisis recurrentes; por sobreproducción y subconsumo. La solución radicaba en la revolución comunista y la toma del poder por el proletariado. Cuando los leninistas y maoístas la llevaron a la práctica, sembraron sus países de miseria y pobreza.

Keynes entendía el capitalismo como un sistema capaz de garantizar una prosperidad material sobre la que se asentase la posibilidad de civilización. El problema radicaba en los capitalistas, los trabajadores sindicados y los políticos incompetentes. Eran los generadores de inestabilidad, no el propio sistema. De ahí que propusiera una intervención correctora del Estado bajo la inspiración y batuta de expertos de su nivel. En las crisis habría que impulsar el gasto público, bajar los impuestos y el tipo de interés. En la prosperidad, lo contrario; lo que se denominaba hacer política anticíclica. Pero los políticos tenían más poder que el propio Keynes y seguidores; se aprovecharon de la receta para disparar la intervención del Estado en todas las áreas colectivas.

Milton Friedman, norteamericano hijo de inmigrantes europeos, vio en la libertad y creatividad de las personas concretas la clave de la riqueza común. Y en todo tipo de intervencionistas, la causa de la pobreza. Estudió la crisis de 1929 y descubrió que su causa radicaba en la ignorancia de gobernantes y académicos sobre la política monetaria. Con Ana Schwartz aportó una impresionante obra empírica que lo demostraba. Desde entonces nada ha sido igual, nunca se han vuelto a dar crisis económicas de profundidad semejante. Friedman acometió una permanente ofensiva contra el intervencionismo de los grupos de interés de todo tipo, y por devolver la iniciativa socioeconómica a los ciudadanos. Al gobierno reservaba un papel limitado de regulador prudente de la cantidad de dinero en el sistema económico. Realista, no doctrinario, se preocupó por la igualdad de oportunidades, defendiendo un cheque escolar para la igualdad educativa, independiente del patrimonio familiar de los niños. Hoy sus políticas de libertad individual y retracción burocrática, tanto en la faceta macroeconómica como en políticas sociales concretas, avanzan en todo el mundo. No encabezó partido ni movimiento social; se limitó a la propuesta intelectual para la acción práctica, que fundamentó con extremo rigor. Ha sido el más modesto de los grandes, y el más fecundo para los pueblos. La estabilidad y prosperidad actual tienen mucho que ver con su obra; por eso se le reconoce como el economista emblemático del siglo XX.

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