Fidel Castro

COMUNICADO DE PRENSA (UDE)

La Asociación Iberoamericana por la Libertad (AIL) y la Unión Liberal Cubana (ULC) emiten esta declaración con carácter de urgencia, en vista de las últimas informaciones generadas por el régimen de La Habana , en referencia a la salud de Fidel Castro y al traspaso del poder por parte del dictador a su hermano Raúl Castro y otros miembros de la dictadura.

1- Llamamos la atención de la comunidad internacional, del Gobierno de España y de todo el pueblo cubano en el exterior y en el interior de la Isla para que no aparten sus ojos de aquellos que luchan dentro de Cuba por los derechos y la democracia y de los prisioneros políticos, que dentro de las cárceles sufren la represión más encarnada. Sabemos que ellos son el principal blanco de los ataques de la policía política.
2- Afirmamos nuestro compromiso con el logro de la libertad y los derechos plenos de la nación cubana, considerando que cualquiera que sea el resultado de los acontecimientos actuales, no habrá solución a la problemática de Cuba hasta que el pueblo cubano no goce de un estado de derecho.
3- No celebraremos la victoria de esta larga y dura lucha hasta que no se logre la libertad incondicional de todos los presos políticos, la legalización de los partidos políticos y organizaciones opositoras y la clara convocatoria de elecciones libres y plurales con supervisión internacional.

Dr. Antonio Guedes Vicepresidente de la Unión Liberal Cubana (ULC) Presidente de la Asociación Iberoamericana por la Libertad (AIL )

***
¿Por qué tanta admiración por dictadores populistas?

Ricardo M. Rojas en Libertad Digital

Castro supo capitalizar la cercanía a Estados Unidos, convirtiendo su revolución de hace 48 años en una lucha permanente contra el país más poderoso del mundo. Mantuvo el uniforme de combate y el lenguaje militar, se alineó con uno de los regímenes totalitarios más sanguinarios del siglo XX y al notar que quienes lucharon codo a codo con él en Sierra Maestra exigían democracia y república, inició una feroz persecución política que envió a los auténticos próceres de la revolución al paredón de fusilamiento o a la cárcel durante décadas.

Una muestra reciente de su brutalidad fue la llamada "Primavera de Cuba": el 18 de marzo de 2003 fueron detenidos simultáneamente 75 disidentes políticos, sometidos a juicios sumarios y condenados a penas de hasta 26 años de prisión. Ello provocó que varios disidentes intentaran escapar, lo que produjo dos graves episodios: uno fue el intento de desviar un avión hacia Estados Unidos, que le valió a Leudis Arce Romero, José Ángel Díaz Ortiz y Jorge Luis Pérez Puentes la condena a prisión perpetua. El otro hecho, de mayor gravedad, ocurrió el 2 de abril de ese año, cuando un grupo de personas improvisó la toma de un trasbordador en La Habana para irse hacia Miami. Fueron de inmediato detenidos, y tras un juicio sumario que con dos apelaciones incluidas duró ocho días, Bárbaro Sevilla García, Lorenzo Copello Castillo y Jorge Luis Martínez Isaac fueron condenados a muerte y fusilados. Esa orden fue confirmada por el propio Fidel Castro, como presidente del Consejo de Estado.

Entre los 75 condenados en el episodio del 18 de marzo recordamos los casos de Alfredo Felipe Fuentes, condenado a 26 años de prisión por tener material "subversivo" que incluía 45 ejemplares de la "Declaración Universal de los Derechos Humanos" y otros libros sobre el tema; Manuel Ubals González y Juan Carlos Herrera Acosta, condenados a 20 años de prisión por poseer ejemplares de la misma declaración y otros tantos del "Proyecto Varela", iniciativa tendiente a la apertura democrática de Cuba, la legalización de los partidos políticos y el llamado a elecciones. La sentencia que condenó a Omar Moisés Ruiz Hernández a 18 años de prisión, tras el secuestro de su biblioteca personal, señala que "la totalidad de estos materiales son publicados con la finalidad de brindar información sobre: ‘Transiciones hacia la Democracia’, ‘Derechos Humanos’ y ‘Economía de Mercado’, encaminados a provocar la subversión del orden interno del país". Blas Giraldo Rodríguez fue condenado a 25 años de prisión por protagonizar un acto "con el marcado interés de molestar la tranquilidad del pueblo revolucionario", el 10 de diciembre de 2002, aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, día en que intentaron repartir entre los asistentes a una plaza pública ejemplares de la Declaración Universal.

Buena parte de los condenados en esa ocasión, como Félix Navarro Rodríguez (25 años), Iván Hernández Carrillo (25 años), Blas Giraldo Reyes Rodríguez (25 años), Alexis Rodríguez Fernández (25 años), Ricardo Enrique Silva Gual (25 años), Pedro Argüelles Morán (20 años), Pablo Pacheco Avila (20 años), entre muchos otros, lo fueron por intentar enviar hacia el exterior artículos periodísticos con información sobre lo que ocurre en la isla. Lo curioso es que en muchos casos las propias sentencias admiten que la información no era mentira, pero atentaba contra los intereses de la Revolución. Por ejemplo, en la sentencia por la que se condena a Normando Hernández González se le imputó "haber tenido una profusa actividad como periodista en publicaciones contrarias a la Revolución desde las cuáles se dedica a difamar los logros de la Revolución Cubana". La persecución llega a un punto tal que la posesión de una tarjeta telefónica que permita hablar hacia el exterior o un fax es prueba fundamental de actividad subversiva.

Mi pregunta a sociólogos y psicólogos es por qué tantos miles de estudiantes universitarios caen embobados ante el discurso de un dictador cuyo régimen comete crímenes espantosos con total irrespeto a derechos inalienables. Tampoco se entiende a profesores de derecho que diariamente detallan a sus alumnos una a una las garantías de las que gozan como ciudadanos y, luego, alaban a quien no ha dejado derecho humano sin violar.

Es peligroso asociarse con regímenes autoritarios, pero América Latina les ofrece un ambiente propicio para su desarrollo. Los dictadores resultan populares y son aclamados, a pesar de la miseria y muertes que nos dejan.

***
Celebración en homenaje a las 119,578 víctimas del castrismo (Batiburrillo)

El número total de víctimas del castrismo-leninismo se eleva a 119,578 si se incluye un cálculo matemático de los balseros desaparecidos en la travesía, cuyo número lo sitúa el profesor Armando Lago -especialista en el registro y la documentación de las víctimas de cinco décadas de violencia política en Cuba- en 77,879.

Algunas de las cifras registradas hasta la fecha, verdadero legado del castrismo, son impactantes. De 41,695 casos documentados, 10,305 de ellos son muertes ocurridas a partir del 1 de enero de 1959 por acciones no combativas: fusilamientos (5,725), ejecuciones extrajudiciales (1,206) y fallecimientos en prisión por diversas causas (1,216).

Con estos guarismos, no es de extrañar que los cubanos canten:
"Rie,llora,
a cada cual le llega su hora!"
"Cuba si, Castro no!
Cuba si, Raúl no!"

¡¡Viva la Libertad!!
¡¡Viva Cuba libre!!

***
¿ Y, después de Fidel, qué? (UDE)

Diversos analistas, tanto en América Latina y en Europa, coinciden en identificar al menos tres corrientes dentro del PCC:

Duros: grupo compuesto por los más acérrimos seguidores de Fidel Castro, varios de ellos junto al líder desde los primeros días de la revolución. También incluye figuras más jóvenes como el canciller Felipe Pérez Roque. Se oponen a cualquier cambio político y económico que modifique la esencia de la revolución cubana.

Centristas: respaldan algunas reformas basadas en el libre mercado con el fin de soliviantar los problemas más urgentes, aunque no apoyan el capitalismo al estilo de Occidente. Y más importante, los centristas no desafían la supremacía del Partido Comunista y por lo tanto rechazan cualquier reforma política.

Reformistas: cabe señalar que son pocos. Prefieren un cambio más agresivo hacia una economía de mercado y la apertura política. Sin embargo, desean mantener la actual estructura de poder. Los reformistas más reconocidos fueron removidos de sus cargos con el paso de los años. El más destacado en la actualidad es Carlos Lage, secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros y responsable de la tímida apertura de los años 90. Pero los expertos no se ponen de acuerdo sobre la actual postura de Lage, ya que su permanencia en las altas esferas del poder arrojan dudas sobre su compromiso con la reforma. Y el caso de Lage no es único. Algunos analistas difieren sobre en qué grupo ubicar a Raúl Castro, ya que a todas luces se le ubicaría en el grupo de los duros, pero recuerdan que supo liderar reformas económicas cuando le tocó dirigir empresas civiles o negocios de las fuerzas armadas.

No hay comentarios: