La guerra de Israel en dos frentes (Ben-Ami en El País)

Recetas insultantes (Por Hermann Tertsch en El País)

Resulta extraodinaria la rapidez y contundencia con la que la inmensa mayoría de los medios y de la opinión pública europea han llegado a la conclusión de que la actual escalada bélica en Oriente Próximo es fundamental cuando no exclusivamente culpa de Israel. Es extraordinaria porque rara vez en la historia del conflicto ha sido tan evidente el detonante de la crisis. Hace tres semanas el partido del Gobierno palestino, la organización terrorista Hamás, hizo un túnel desde Gaza, atacó una base militar en suelo israelí, mató a unos soldados y se llevó secuestrado a otro. Dos semanas después, otro grupo terrorista, Hezbolá, también integrado en un Gobierno, el libanés, atacó otro puesto militar israelí, mató a unos soldados y secuestró a dos. Si las cosas fueron así -nadie lo discute-, tiene poco sentido, como dice el escritor Henryk Broder, que los diarios titulen "Israel ataca en dos frentes" y no "Israel responde a ataques en dos frentes". Pues no. Es culpable. Si unos se limitan a la titulación torticera, otros lanzan obscenidades antisemitas hasta sugerir o afirmar que las "judiadas" actuales revelan que siempre hubo razones para expulsar o exterminar a este incordio de pueblo. Sí, créanlo, cosas así se han publicado estos días.

Y en pleno salto cualitativo de la guerra islamista, algunos Gobiernos europeos, el español entre ellos, pretendían ayer una rotunda desautorización de la respuesta de Israel a la agresión. Si la cumbre de los G 8 en San Petersburgo ha recordado la obviedad del derecho de autodefensa de Israel, a otros se les ha olvidado. Recetan paz, diálogo y desarme. Al agredido. Apelan a la buena fe y a la armonía pero se apresuran a tachar a Israel de responsable. Han olvidado todo y solo ven muertos en Beirut. Hay alguna perversión de origen. Toda iniciativa de Israel para cambiar el status quo, incluida la retirada del Líbano hace seis años y la de Gaza, es celebrada no como un intento de buscar soluciones sino como síntoma de debilidad. En el mundo árabe y en Europa. El islamismo, convencido de estar en una fase decisiva de su guerra santa, se nutre de esta interpretación para aumentar la presión terrorista, a sabiendas que cualquier respuesta israelí será objeto de condena. Si ha sabido presentar como éxito propio la inhibición europea en la lucha contra el terrorismo en Irak, también confía en que la discordia de la comunidad internacional impida medidas de represalias serias contra los adalides de esta nueva escalada que son Teherán y Damasco.

Ante la agresión de Hamás y Hezbolá, Israel solo tenía malas opciones y una necesidad inaplazable de reaccionar. Resulta evidente que, en esta nueva constelación con creciente protagonismo de Irán, Israel no se puede permitir que la mitad meridional de su vecino esté controlada por una franquicia iraní cada vez más y mejor armada. Ni tener en Gaza una lanzadera de cohetes permanente. El pueblo palestino ha de concluir que su Gobierno islamista los quiere convertirse en colectivo suicida. Utilizar a los niños como bombas o escudos y mostrarlos a las cámaras granjea simpatías y fomenta el odio a Israel. Pero solo hunde más al pueblo palestino en el culto a la muerte, multiplica la tragedia y profundiza la miseria.

Beirut no puede aspirar a la paz mientras su territorio ocupado por Hezbolá es una cabeza de puente de un Irán cuya razón de Estado proclamada es la liquidación de Israel, que podrá equivocarse pero nunca permitirse el perder una guerra, porque siempre le va la existencia en ella y por ello no reinterpreta a sus enemigos. Europa debe dejar de intentar convertir a Hamás y a Hezbolá en interlocutores. Tratar con tanta despreocupación y negligencia la seguridad existencial de Israel como hacen algunos europeos raya en acto inamistoso. La cultura del apaciguamiento y el desistimiento ante la amenaza pasa hoy por flexibilidad coqueta en Europa. Pero es un insulto recetársela a Israel en Oriente Próximo. Ofensa inútil además. Porque los gobernantes israelíes lo hacer mejor o peor. Pero jamás delegarán la seguridad de la nación. Son niños quemados por la historia. En sentido estricto y literal.

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La guerra de Israel en dos frentes (Shlomo Ben-Ami en El País)

IMPRESCINDIBLE LA LECTURA de este artículo de Shlomo Ben-Ami, que no es precisamente un ultraderechista israelí. Copio los primeros párrafos, pero debíais leerlo entero:

Independientemente de que logren sus objetivos militares la incursión de Israel en la franja de Gaza y su masiva reacción a lo que fue sin duda un acto de guerra de Hezbolá -representante de Irán en Líbano- sin que hubiera existido ninguna provocación, hay una cosa que está clara. La guerra que libra actualmente Israel en dos frentes ha asestado un golpe mortal al "plan de convergencia" para Cisjordania, la razón de ser fundamental del Gobierno de Olmert y su partido Kadima. Tres meses después de su formación, el Gobierno israelí se ha quedado sin agenda política. Y lo curioso es que sólo Hamás puede salvarle de caer en una agonía política sin perspectivas.

El caso de Hezbolá es distinto, y la solución a la crisis en el frente norte tiene que ser diferente. Israel no mantiene ninguna disputa territorial con Líbano, y Hezbolá no es ningún movimiento nacional que esté luchando legítimamente para "acabar con la ocupación". Es, por el contrario, un instrumento de la estrategia regional de desestabilización que propugnan Irán y Siria. Existen razones para creer que el arsenal de misiles de Hezbolá -algunos seguramente más complejos que los empleados hasta el momento en la presente crisis- forma parte del despliegue militar regional de Irán, y no del sistema de defensa de Líbano. En Líbano, lo que está en juego es la credibilidad de la comunidad internacional, que hizo de intermediaria y dio legitimidad a la retirada israelí del país en mayo de 2001. Hezbolá es un actor importante en la política libanesa; incluso tiene ministros en el Gobierno. Sin embargo, en la crisis actual, está actuando más como una pieza en el puzzle regional de Irán que como defensor de los intereses nacionales de Líbano. Israel ha entrado en guerra con Irán y Siria a través de los grupos que les representan.

Es triste y lamentable que, en ambos lados, la población civil tenga que sufrir las consecuencias de esta tragedia. Pero los motivos de Israel son justos. Ésta no es una guerra de ocupación ni una guerra de asentamientos. Es una guerra por la validez de una frontera internacional trazada, definida y reconocida por Naciones Unidas. Cualquiera, sea en Israel o especialmente en la comunidad internacional, que predique que los israelíes deben retirarse de los territorios palestinos ocupados a las fronteras permanentes reconocidas tiene que estar de acuerdo con Israel en el caso de la guerra actual. Cualquiera que proclame seriamente la necesidad de que los israelíes "pongan fin a la ocupación" debe apoyar ahora a Israel. Lo contrario supondría eliminar con cualquier perspectiva de acabar esa ocupación en donde más importa, en el caso palestino; significaría además desautorizar a las fuerzas políticas que, dentro de Israel, llevan años luchando por un Estado palestino con unas fronteras reconocidas internacionalmente. Esto no quiere decir, en absoluto, que haya que aprobar todas las acciones del ejército israelí, aunque algunos de los que hablan del uso de una "fuerza desproporcionada" por parte de Israel podrían darnos a todos lecciones sobre cómo borrar ciudades enteras del mapa; es el caso de Putin en Grozny. Personalmente, creo que la reacción de Israel podría ser más imaginativa y precisa. La indignación causada por la pérdida de vidas humanas en Beirut está justificada; pero tampoco pueden dejar de mencionarse los ataques indiscriminados contra la población civil israelí.

En cuanto al dilema palestino de Israel, es evidente que el estallido actual plantea la necesidad de revisar el plan de convergencia del Gobierno, como, de hecho, ya han pedido varios ministros. En cualquier caso, la retirada y el desmantelamiento de los asentamientos en Cisjordania, de donde hay que evacuar a 800.000 colonos, constituyen una operación mucho más complicada que la retirada unilateral que llevó a cabo Ariel Sharon en Gaza, de donde sólo se repatrió a 8.000 colonos. Ahora bien, si en Gaza, una franja compacta cuya frontera con Israel nunca ha estado en duda, la retirada engendró tal estado de guerra que Israel se vio obligado a invadir los territorios que había abandonado menos de un año antes, ¿qué posibilidades hay de que una operación similar salga bien en Cisjordania, donde es necesario un reparto de responsabilidades mucho más sutil, fluido y ambiguo, con un lado palestino -el Gobierno de Hamás- que ha quedado descartado como socio desde el principio?

Shlomo Ben-Ami fue ministro israelí de Exteriores y es autor de “Cicatrices de guerra, heridas de paz: la tragedia árabe-israelí” [y de la extraordinaria “Historia de Israel”].

Lo dicho, si podéis, leed el resto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu paisano Pepiño ha conseguido cabrear a los moderados Ben Ami, Harel y Hachuel

Lugo liberal dijo...

Vaya vergüenza lo de mi paisano. No creí que fuera a llegar tan lejos estando en el gobierno.
Hay muchísima gente más preparada y más moderada que él para ese cargo, pero la mafia...

Anónimo dijo...

Por otro lado, a Ben Ami, ya le vale.....¡Podía publicar sus artículos en El Mundo.....!

Lugo liberal dijo...

En la prensa socialdemócrata a veces se encuentran cosas muy interesantes. Otras, hay que leerla con la nariz tapada.