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Corre abril de 1861. Lincoln ha desencadenado desde hace un mes la Guerra Civil, y él decide suspender el derecho al Habeas Corpus, una de las libertades inglesas que admiraban al mundo, y que estaba reconocida desde la Carta Magna. No tenía el derecho a hacerlo, que le correspondía en exclusiva al Congreso, y sólo en circunstancias excepcionales y por poco tiempo. Se lo advirtió el Juez Jefe del Tribunal Supremo, Roger B. Taney, en su opinión Ex Parte Merryman, que ha sido elogiada por los juristas estadounidenses desde su misma redacción. Lincoln sólo tuvo una reacción al recibir la carta de Taney: dar la orden de su detención y encierro en una cárcel federal, orden que por fortuna no llegó a cumplirse. Pero no le hizo caso y no revocó su decisión de suspender el Habeas Corpus.
Eran otras circunstancias, ya que comenzaba la guerra más cruel de la historia hasta ese momento. Pero el precedente de Lincoln es muy peligroso, porque sugiere la idea de que, en época de guerra, el Gobierno puede decidir lo que considere necesario, aunque para ello tenga que pasar por encima de la Constitución y de los derechos más fundamentales. Recientemente, la misma Corte Suprema ha decidido que los tribunales militares especiales creados para juzgar a los terroristas extranjeros aprisionados en Guantánamo van contra la Convención de Ginebra (creada precisamente en coincidencia con la Guerra Civil americana) y contra el Derecho de los Estados Unidos.
La lucha contra el terrorismo es la guerra perpetua, es decir, la excusa perpetua para darle más poder al gobierno central para decidir sobre nuestras vidas. Las guerras se han convertido en la excusa para multitud de poderes que en teoría se concedían al Gobierno temporalmente, pero que, una vez acabado el conflicto, no han desaparecido: la conscripción, el impuesto sobre la renta, ciertas nacionalizaciones... Hoy vemos todo ello como algo normal, aceptable, cuando no son más que usurpaciones de nuestros derechos, que se originaron en época de guerra y se mantienen cuando llega la paz. Quién sabe hasta dónde podemos llegar con un terrorismo como amenaza permanente.
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Oswaldo Payá, líder de la oposición cubana en El País (vía Noches confusas)
Columna a todo trapo, qué dira la embajada del Comandante en Madrid:
La Primavera de Cuba ha renacido; la esperanza también. Mediante este diálogo sin fronteras, los propios cubanos han construido y siguen construyendo una senda a la democracia, a una sociedad libre que es más justa y humana. Lo que Cuba necesita es que muchas voces de todo el mundo exijan la libertad de los prisioneros políticos y apoyen esta vía para el país.
Pueden leerse el resto en su sitio.
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