Por una renovación de la política progresista
Éstos son algunos de los más interesantes puntos del Manifiesto Euston, obra de un grupo de bloggers de izquierdas (mayoritariamente británicos) de habla inglesa. Sería interesante saber cuántos bloggers españoles de izquierdas firmarían este manifiesto. La traducción completa la podéis leer en el blog de Arcadi del 16 de Abril.
2. Contra la apología de
Nos
3. Derechos humanos para todos
(…) Rechazamos el doble rasero que actualmente aplica buena parte de la autoproclamada opinión progresista, para la que las violaciones de los derechos humanos más benignas (aunque desgraciadamente existentes) cometidas cerca de casa o a manos de gobiernos desfavorecidos son siempre más denunciables que otras violaciones flagrantemente más graves. Rechazamos asimismo el relativismo cultural en virtud del cual es posible sostener que estos derechos humanos básicos no son aplicables a determinadas naciones o pueblos.
6. Oposición al antiamericanismo
Rechazamos con la mayor firmeza el antiamericanismo que actualmente infecta una parte importante del pensamiento progresista de izquierdas y parte del conservador. No se trata de postular a EE.UU. como modelo de sociedad, de cuyos problemas y defectos somos conscientes. Pero éstos forman parte también, en mayor o menor medida, de todo el mundo desarrollado. Estados Unidos de América es un gran país y una gran nación, que alberga una democracia consolidada con una noble tradición a sus espaldas y logros sociales y constitucionales duraderos alcanzados en su nombre. Sus gentes han producido una cultura llena de vida que procura placer, conocimiento y envidia a millones de personas. El hecho de que la política exterior de EE.UU. con frecuencia haya luchado contra gobiernos y movimientos progresistas y apoyado a algunos que son autoritarios y regresivos no puede justificar un prejuicio generalizado contra ese país y sus gentes.
8. Contra el racismo
Para los progresistas y la izquierda el antirracismo es un axioma de base (…)La reciente reaparición de otra forma ancestral de racismo, el antisemitismo, no ha sido aún convenientemente reconocida en ambientes progresistas y de izquierda. Algunos explotan los legítimos agravios del pueblo palestino sometido a la ocupación israelí para enmascarar sus prejuicios contra el pueblo judío detrás del eslogan del “antisionismo”. De más está decir que también nos oponemos a este tipo de racismo.
9. Unidos contra el terror
Nos oponemos a todas las formas de terrorismo. El asesinato deliberado de civiles es un crimen reconocido por las leyes internacionales y todos los códigos de conducta bélica, y no puede ser justificado con el argumento de que se realiza en nombre de una causa justa. El terrorismo de inspiración islamista es hoy una realidad generalizada. Constituye una amenaza a los valores democráticos y la libertad de las personas en numerosos países. Ello no debe servir de justificación para los prejuicios contra los musulmanes, que son sus principales víctimas y entre los que se encuentran algunos de sus más valientes opositores. Pero como todo terrorismo, éste constituye una amenaza que ha de ser combatida y no justificada.
10. Un nuevo internacionalismo
(…)Sólo los Estados que protegen mínimamente la vida en común de sus gentes (porque no torturan, asesinan o masacran a sus propios civiles y cubren sus necesidades vitales básicas) merecen que su soberanía sea respetada. Pero si el mismo Estado viola la vida en común de manera flagrante, su derecho a la soberanía queda revocado, y la comunidad internacional tiene la obligación de intervenir humanitariamente. Cada vez que se traspasa el límite de la inhumanidad, se impone la “responsabilidad de proteger”.
11. Apertura crítica
Basándonos en la desastrosa experiencia de las justificaciones de los crímenes del estalinismo y el maoísmo avaladas por la izquierda, así como en más recientes ejemplos de esta conducta (algunas reacciones a los crímenes del 11-S, la búsqueda de excusas para el terrorismo suicida, la reciente y vergonzosa colaboración entre el movimiento del “no a la guerra” y los teócratas dogmáticos), rechazamos la idea de que no puede haber enemigos en
12. La verdad histórica
En sintonía con los presupuestos humanistas de base del movimiento a favor del progreso de la humanidad, manifestamos enfáticamente el deber de los genuinos demócratas de respetar la verdad histórica. No sólo los fascistas, los negacionistas y otros de esta especie han intentado borrar las huellas de
13. Libertad de pensamiento
Defendemos la tradicional libertad de pensamiento liberal. (…)Esto incluye la libertad de criticar las religiones, tanto los credos específicos como la religión en general. El respecto debido a los otros no supone el silenciar las propias creencias cuando se constata que están siendo relegadas.
C. Elaboraciones
Defendemos las democracias pluralistas y liberales contra quienes ignoran las diferencias entre ellas y los totalitarismos y otros regímenes tiránicos.
(…)Repudiamos el modo de pensamiento según el cual los sucesos del 11 de septiembre de 2001 fueron la moneda justamente devuelta a Estados Unidos, y que son “comprensibles” a la luz de los legítimos agravios generados por la política exterior de este país. Ese día se perpetró un asesinato masivo, inspirado por odiosas creencias fundamentalistas, que nada puede redimir. Ninguna formulación evasiva es capaz de ocultar este hecho.
Los impulsores fundacionales de este manifiesto adoptaron posturas diferentes ante la intervención militar en Irak, unos a favor y otros en contra. Reconocemos que era posible disentir razonablemente de las justificaciones de dicha intervención, la manera en que fue llevada a cabo, la planificación (o falta de planificación) del período posterior y las posibilidades reales de una implementación exitosa del cambio democrático en ese país. No obstante, todos coincidimos en la valoración del carácter reaccionario, semifascista y asesino del régimen baasista iraquí, y reconocemos en su derrocamiento la liberación del pueblo iraquí. También nos reúne la opinión de que, desde ese día, la primordial preocupación de los auténticos progresistas e izquierdistas debió de ser la lucha por lograr la implantación en Irak de un orden político democrático y la reconstrucción de las infraestructuras del país, así como la creación, después de décadas de la más brutal opresión, de un marco de vida para los iraquíes digno en lugar de escarbar entre las ruinas de Irak en busca de argumentos sobre la intervención.
Esta actitud nos opone no solamente a quienes en la izquierda se han manifestado abiertamente a favor de las bandas de criminales yihadistas y baasistas de la mal llamada resistencia iraquí, sino también a quienes han buscado la manera de situarse entre estas fuerzas y los grupos que luchan por instaurar en ese país nuevas formas de vida democrática. Tampoco somos de la cuerda de quienes con la boca pequeña se declaran a favor de estos fines, mientras dedican la mayor parte de sus energías a criticar a sus adversarios políticos en casa (supuestamente responsables de todas las dificultades encontradas en Irak) y mantienen un silencio táctico casi total sobre las impresentables fuerzas de la “insurgencia” iraquí. Los numerosos opositores de izquierdas a un cambio de régimen en Irak que han sido incapaces de comprender los motivos que han conducido a otros miembros de la izquierda a apoyar ese proceso y que se dedican a decretar su anatema y excomunión, llegando recientemente a exigirles que hagan acto de contrición y se arrepientan, delatan con claridad meridiana los valores democráticos en los que creen. Las agresiones vandálicas contra sinagogas y cementerios judíos y los ataques a las personas judías están incrementándose en toda Europa. El “antisionismo” ha crecido hasta el punto de que supuestas organizaciones de izquierdas aplauden y apoyan a oradores abiertamente antisemitas y forman alianzas con grupos antisemitas. Entre personas cultas y acaudaladas se hallan individuos que no tienen empacho en afirmar que la guerra de Irak se hizo para defender intereses judíos o que elaboran otras sutiles y “educadas” insinuaciones acerca de la influencia de los judíos en la política nacional e internacional; unas insinuaciones que durante más de cincuenta años, y a consecuencia del Holocausto, nadie se hubiese atrevido a hacer públicamente sin correr el riesgo de deshonrarse. Nos oponemos firmemente a cualquier manifestación de este tipo de intolerancia.
D. Conclusión
Es de vital importancia para el futuro de las políticas progresistas que las personas de sensibilidad liberal, igualitaria e internacionalista alcen hoy su voz con claridad. Debemos definirnos en contra de todos aquellos para quienes las políticas democráticas y progresistas han quedado subordinadas a un simplista y elemental “antiimperialismo” y/o a la hostilidad hacia la actual administración estadounidense. Los valores y objetivos que realmente constituyen esas políticas –los valores de la democracia, los derechos humanos, la batalla permanente contra el poder y los privilegios injustificados, la solidaridad con los pueblos que luchan contra la tiranía y la opresión– son los que más duraderamente definen los contornos de cualquier izquierda a la que valga la pena pertenecer.
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