Por CLD. Decía Étienne de la Boétie, autor del Discurso de la servidumbre voluntaria, que no hay acto malvado de ningún gobernante que no se justifique "con algún bonito discurso sobre el bien público y la mejora del interés general". Efectivamente, posiblemente no haya existido jamás tiranía tan brutal y descarada que no intente de algún modo disfrazar sus fechorías apelando a algún supuesto beneficio para el pueblo o los individuos. Actualmente, en España y fuera de ella, quizá la coartada fundamental de los gobiernos para incrementar sus controles, y su intromisión en nuestras vidas, sean los "derechos". […]
El peligro de admitir falsos derechos es que inevitablemente entran en colisión con los verdaderos -por ejemplo, el derecho absoluto a la vida de todo ser humano, incluido aquel que todavía se halla en el vientre materno. Todo derecho, en realidad, supone una limitación de los derechos de los demás; así por ejemplo, el derecho a la vida me impide amenazar de muerte a otra persona, lo cual es una limitación -en este caso legítima- de mi libertad de expresión. La introducción de unos derechos espurios no es por tanto algo que salga gratis, sino que conlleva multiplicar las agresiones a los auténticos derechos. O lo que es lo mismo, poner en manos de los gobernantes un repertorio prácticamente infinito de coartadas para restringir nuestras libertades. […]
Pero para excitar al máximo la imaginación popular, no hay nada como denunciar la existencia de turbios intereses que se oponen a que el pueblo ejerza sus legítimos derechos. Esto forma parte de la naturaleza esencial del Poder, que siempre se presenta exactamente como lo contrario de lo que en realidad es, es decir, como un ente que promueve nuestra emancipación. Para ello necesita construirse la imagen de otro poder (económico, religioso, etc) del cual pretende liberarnos.
Históricamente, los partidos comunistas y socialistas se han erigido en defensores de los trabajadores contra la explotación de los patronos. Para ello han trazado una imagen de la burguesía como un ente abstracto, enormemente poderoso e inteligente, que opera entre bastidores y trasciende las fronteras (la "burguesía internacional"). Las teorias conspiratorias de los distintos fascismos y populismos, cimentadas sobre burdas historietas protagonizadas por los "especuladores" y los judíos, no han hecho más que desarrollar esta técnica. Se trata de crear un "enemigo del pueblo" para liberarnos del cual debemos lanzarnos en brazos de un partido político y, a la postre, el Estado. Para leer el artículo completo, pincha aquí
El peligro de admitir falsos derechos es que inevitablemente entran en colisión con los verdaderos -por ejemplo, el derecho absoluto a la vida de todo ser humano, incluido aquel que todavía se halla en el vientre materno. Todo derecho, en realidad, supone una limitación de los derechos de los demás; así por ejemplo, el derecho a la vida me impide amenazar de muerte a otra persona, lo cual es una limitación -en este caso legítima- de mi libertad de expresión. La introducción de unos derechos espurios no es por tanto algo que salga gratis, sino que conlleva multiplicar las agresiones a los auténticos derechos. O lo que es lo mismo, poner en manos de los gobernantes un repertorio prácticamente infinito de coartadas para restringir nuestras libertades. […]
Pero para excitar al máximo la imaginación popular, no hay nada como denunciar la existencia de turbios intereses que se oponen a que el pueblo ejerza sus legítimos derechos. Esto forma parte de la naturaleza esencial del Poder, que siempre se presenta exactamente como lo contrario de lo que en realidad es, es decir, como un ente que promueve nuestra emancipación. Para ello necesita construirse la imagen de otro poder (económico, religioso, etc) del cual pretende liberarnos.
Históricamente, los partidos comunistas y socialistas se han erigido en defensores de los trabajadores contra la explotación de los patronos. Para ello han trazado una imagen de la burguesía como un ente abstracto, enormemente poderoso e inteligente, que opera entre bastidores y trasciende las fronteras (la "burguesía internacional"). Las teorias conspiratorias de los distintos fascismos y populismos, cimentadas sobre burdas historietas protagonizadas por los "especuladores" y los judíos, no han hecho más que desarrollar esta técnica. Se trata de crear un "enemigo del pueblo" para liberarnos del cual debemos lanzarnos en brazos de un partido político y, a la postre, el Estado. Para leer el artículo completo, pincha aquí
No hay comentarios:
Publicar un comentario