"Los mitos de la Guerra Civil" de Pío Moa, 3,95 €

Este libro y el amigo que me lo prestó cambiaron mi vida. Sólo leía El País y oía la SER. El resto eran fachas para mí. Incluso voté a Zapatero (por eso ahora intento denunciar sus políticas). Siempre he sido moderado, abierto y racional. Por eso, cuando un amigo dedicó horas y horas de su escaso tiempo libre a debatir conmigo, me quedaba perplejo. Tenía más argumentos que yo, decía que era liberal, que Aznar había sido el presidente menos malo de todo el siglo y que Franco era un dictador. Empecé a leer libros suyos para poder rebatirle, y cuando leí “Los mitos de la Guerra Civil” mis cimientos se vinieron abajo. Empecé a oir Ondacero y a comprar El Mundo. Me sentía engañado. Había datos que Gabilondo y Cebrián me habían ocultado. Y además muchos de esos datos provenían de fuentes oficiales y entrecomilladas. No me gustaban mucho las conclusiones que sacaba de esos datos, pero las frases textuales son imprescindibles para comprender lo que pasó en la II República tan laureada hoy en día. Después salió “1934. Comienza la Guerra Civil” que es aún más importante. Se la deberíais regalar a todos aquellos que os importen y que sienten odio a los que criticamos a Zapatero o al Grupo Prisa. Por eso mi afán por contrastar la información en diferentes medios y gran parte del éxito de este blog (con casi 300 visitas diarias) se lo debo a José Manuel. Así que ahora que se puede comprar la trigésima sexta edición (que normalmente cuesta 29 €) por 3,95 € en cualquier quiosco (Ed. Planeta de agostini), ¡no deberíais desaprovechar esta oportunidad!

Actualización: Nestes momentos difíciles, lémbrome moito da túa familia. Un abrazo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo comparto esa admiración por la obra de Pío Moa.
Desde luego, mi visión de la Historia -que ya no era maniquea- le debe mucho.
Además, me gusta su estilo literario -el hombre es el estilo-
Comprendo perfectamente el efecto que te produjo.
Naturalmente, como en la parábola evangélica, la buena semilla fructifica sobre un buen terreno. Y eso es lo malo: escasea.

Sin embargo, Moa no es original, ni lo pretende -no sería un buen aval para un historiador-.

Antes que él, Gerald Brenan o Salvador de Madariaga -observadores-víctimas- dijeron que la guerra civil empezó en 1934. Pero él no se basa en los testimonios de Brenan o Madariaga, sino en las fuentes de la Fundación Pablo Iglesias. Los debates entre el legalista Besteiro los estalinistas Largo Caballero, Araquistáin, ... son totalmente explícitos: provocar una guerra civil para instaurar la dictadura del proletariado, ante la seguridad de ganarla, con la excusa de conjurar el fascismo, entonces inexistente en España, como ellos mismos reconocían. Hace dos días Maleni homenajeaba a Prieto. Éste socialista que tiene estatua en la misma acera madrileña que 'el Lenin español'; esta fulanita del gobierno de la memoria histórica, ...
Prieto tiene una enorme responsabilidad en la revolución del 34. Responsabilidad criminal como 'autor material', no sólo como ideólogo. En fin, el tema es inagotable. Lo bueno de Moa es que, principalmente, se basa en las fuentes de las izquierdas para reconstruir el relato de los hechos. No hace falta mucho comentario. Un verdadero filón son las memorias de Azaña. Absolutamente demoledoras del mito de la II República como un régimen democrático. No lo fue, pese a su discutida legitimidad de origne, que Moa no niega. Y no lo fue en muy buena medida, por culpa y responsabilidad del mismo Azaña, pero hay que reconocer que tuvo muy buenos 'ayudantes' en la 'vasta tarea de demoliciones' que se propuso: golpistas republicanos, socialistas en busca de la instauración, a ser posible por la violencia, de la dictadura del proletariado, anarquistas dispuestos a instaurar un régimen original: la ley de la selva en la cuna de la civilización, racistas nacionalistas -pnv-, nacionalistas golpistas y secesionistas -la esquerra o excrecencia republicana de Cataluña, ... - Es una enumeración melancólica, en la que no hay nada, repito, nada bueno. Lo menos infecto de aquella república era el Partido republicano -el único auténtico- de Lerroux (por eso Azaña y Prieto lo eliminaron, por métodos “democráticos”) y la CEDA, que, si no era entusiasta de la República -y aquella 'república de trabajadores' no lo merecía- sí era respetuosa de la ley. Hasta que empezaron a asesinarles. Miento: mientras empezaron a asesinarles, y siguieron asesinándoles, robándoles y quemando sus sedes, sus templos, sus periódicos, ... siguieron siendo, generalmente, respetuosos de la ley, e implorando al gobierno que la cumpliera y la hiciera cumplir. Más aún: durante el breve período en que gobernaron, defendieron a aquella república injusta contra los 'buenos republicanos' que hicieron lo posible por destruirla. Y lo consiguieron, como es bien sabido.

Uno de los temas en que suele insistir Moa es en el desengaño terrible de 'los padres de la República'. Tal vez los testimonios desengañados y desgarradores de Marañón, orgulloso de que sus hijos empuñaran las armas contra aquella mierda amasada en sangre, o el de Ortega, poniendo en su sitio la increíble frivolidad de Einstein en esta cuestión, ... o el mismo Besteiro, poniéndose de parte del mal menor, declarando, llorando, que los nacionalistas españoles eran mucho menos malos que los esbirros estalinistas en que se habían convertido sus ex-compañeros, ... Julián Marías, amigo de Besteiro, que tuvo que rebelarse contra el 'gobierno' de Negrín para ahorrar más muerte en Madrid, lo resumió muy bien: "Los injustos vencedores de los justamente vencidos, ..."
Una historia interesante para una perspectiva del franquismo es la biografía de Buero Vallejo: condenado a muerte, evidentemente no se ejecutó la sentencia. Llegó a ser un dramaturgo de valor universal que desarrolló toda su carrera en España.

En una entrevista a Torrente Ballester sobre el supuesto 'erial cultural' que fue el franquismo en los 40 -otro tema que nos aclarará Pío en un estudio- ironizaba sobre “los espléndidos originales” que yacían ocultos en los escritorios de los creadores, prestos a iluminar la noche cultural española tan pronto se apagase la vida del dictador. Lo más luminoso que cabe imputar al declive del general, fueron los pechos de algunas señoras. ¿Recuerda alguno a Nadiuska? Criaturita. Su esplendor fue paralelo al ocaso del Caudillo, ... Y esa fue la eclosión kultural subsiguiente a la abolición de la pérfida censura: florecieron los kioskos. Mis hijos pudieron ver pornografía en la calle -algo que no pasa en ningún lugar del mundo-. La kultureta, la kulturiña, ... sobre la kultura en eskera, el Libelo de Matías Múgica lo dice todo, ... and so on. En los años 40 se produjo -a cargo de un escritor falangista- la novela española más traducida de todos los tiempos, después del Quijote. Luego le dieron el Nobel, pero eso, cada vez estoy más convencido, no significa nada.

Lo peor del franquismo fue la cantidad de inocentes fusilados en la posguerra. Entre miles de criminales de guerra.

Asesinatos legales no muy distintos del que sufrió José Antonio Primo de Rivera, detenido sin motivo, juzgado mediante una farsa, y liquidado como represalia -en aquella locura sangrienta ni siquiera Prieto pudo salvarle, pese a haberlo intentado de buena fe-

Así perecieron hombres que no merecían esa suerte, por la responsabilidad colectiva de colaborar con un régimen en el que habían depositado sus esperanzas de buena fe -aunque no podía mantenerse la buena fe en 1936- el socialista Zugazagoitia, los anarquistas Peiró o incluso García Oliver, teórico de 'la gimnasia revolucionaria' -y pistolero en caliente- pero incapaz del crimen estalinista, horrorizado con lo que hizo en Madrid Carrillo -esto me recuerda que muchos criminales de guerra también se salvaron, y alguno nos dicta hoy lecciones de moral desde la SER (Mi gratitud a Pío Moa también por librarme de esas lecciones. Durante años vi con simpatía a ese maldito cabrón, del que es poco todo lo que se diga)-
En esa espantosa pira, que se mantuvo encendida demasiado tiempo, pereció entre otros, Foucellas, muchos años después de acabada la guerra -por decir uno-. Una crueldad inútil. -Sí, progres lectores: la crueldad puede ser útil, y el humanitarismo en la guerra provoca miles de muertos ¡qué le vamos a hacer!-

El 'terror blanco', acabada la guerra -porque, durante ella, abundó en asesinatos políticos- se formalizó mediante consejos de guerra. Formalmente había derecho a la defensa y ciertas garantías. Como ya he dicho, la abundancia de criminales -y la cuantía y entidad, verdaderamente pavorosa, de los crímenes- suscitó en demasiadas ocasiones un exceso de celo igualmente criminal, pero no comparable a los procedimientos chequistas.

Muchos de mis contradictores, aún aceptando que había que evitar la instauración en España de una colonia soviética -cuyo modelo ilustró la política europea durante décadas con ejemplos como Rumanía, o la RDA-, pero enseguida dicen que debió dar paso a una democracia parlamentaria. ¡Qué fácil es hablar!. Cuando acabó la guerra no quedaban, ni en España ni fuera de España, ningún partido político democrático. ¡Vaya! ya he cometido el típico desliz progre: Y CUANDO EMPEZÓ LA GUERRA, TAMPOCO. Ese fue el verdadero problema.
Franco era, en el 31, un liberal-conservador típico. Cinco años de ensayo lo cambiaron, pero no sólo a él: a millones. -Y no nos escandalicemos mucho: en Europa tampoco abundaban los demócratas, aunque sin tanto motivo-. Sin embargo, los protagonistas armados de esos cinco años no cambiaron sustancialmente: ni los socialistas ni los anarquistas ni los comunistas, ni los parafascistas de la esquerra, ni los racistas del pnv, ... ni los jacobinos de Azaña, habían sido NUNCA, demócratas.
Y no sólo eso, sino que, como recuerda Pío, fue el último en sumarse a la rebelión.-

Así que, en 1940, mal se podía instaurar una democracia -véase Irak-. Porque la democracia requiere demócratas. Es una obviedad. Y lo único que había enfrente de Franco era la guerrilla estalinista (y, fuera, Madariaga clamando en el desierto). Pío Moa sabe de sobra que la oposición a Franco, la única efectiva, fue más enemiga de la democracia que Franco, cuando no fue, directamente, terrorista, como lo ha seguido demostrando después de Franco. ¿Quería la eta, escisión del pnv, la democracia? Bien, siempre hay un progre para una respuesta imbécil a una pregunta obvia. Muchos progres entonces creímos que sí. Y la engordamos. ¡Qué pena, y qué vergüenza! [el sábado voy a Madrid con la AVT, como he ido siempre, pero merezco una penitencia bastante menos liviana]

Aún así, el régimen duró mucho. ¿Demasiado? Bueno: lo necesario para constituir una clase media -que era muy pequeña en el 31, y fue aniquilada en los años posteriores, en buena medida víctima del terror rojo-; lo necesario para madurar las condiciones de implantación de la democracia del 78; lo necesario para fraguar una reconciliación que entonces era real, sentida por todos, por los abuelos, por los padres, ... hasta que llegó un nieto hijo de puta al poder. Tal vez el único. Mira que hemos tenido mala suerte. Lo necesario para que, como recuerda Pío Moa, los españoles no le debamos la democracia a los norteamericanos, como se la deben los franceses, los alemanes, los italianos, ... sino a nosotros mismos. [¡a ver si está ahí el problema!]

Por otra parte, Pío Moa cumplió la condena por sus delitos. No está orgulloso de ellos -aunque no deja de chocarle que se los reprochen los 'antifranquistas' retrospectivos ... Ha observado que a algunos lo que de verdad les molesta es que haya abandonado el terrorismo, no que lo hubiese ejercido-. Sí: Pío Moa luchó contra el franquismo, pero no por la democracia, sino por un totalitarismo mil veces peor. Se percató de ello -lo que no fue rápido ni sencillo: la revisión de los fundamentos de la teoría marxista, el hallazgo del error de partida, y la constatación del inmenso error a que conducían en su aplicación- y asumió las consecuencias. Es un magnífico divulgador, que no vulgarizador, de la Historia, y un poderoso disolvente de la historiografía de izquierdas, bajo cuyo monopolio viví, por eso reacciono con asco contra ella.
El último libro suyo que he leído -que tengo que devolver a Luis B. de una vez- es una refutación de esa historiografía. Brillante. Me daría vergüenza estar entre los Viñas, Preston, Tussell, Tuñón, Santos Juliá, Ian Gibson y demás mangantes a los que creía antes, porque se alzaron con un monopolio universitario típicamente estalinista. Yo soy hijo de ese ambiente cultural -ya sabéis: El País, la SER, ¡qué os voy a contar! Comendatore lo explicó en la conferencia de Pío, ...-
Y me alegro de la emancipación, aunque es duro vivir fuera del cómodo redil de lo políticamente correcto.
Recomiendo encarecidamente la adquisición de 'los mitos de la guerra civil'

Anónimo dijo...

En mi comentario anterior, escribiendo de memoria, cometí un error notorio: García Oliver no fue víctima de la represión subsiguiente a la guerra.
Pero, en fin, lo fueron muchos otros. Sobre ese aspecto es muy revelador el testimonio de Julián Marías. Revelador porque, aunque pasó por un infierno inicial, salió a los tres meses -aunque bajo sospecha, como muchos otros-. Y revelador porque explica muy bien la diferente actitud de los falangistas supervivientes en Madrid, que cuando salieron de los escondrijos se dedicaron a patrullar las calles para evitar los linchamientos y venganzas de los que habían sido víctimas su compañeros, y la de los que hicieron su entrada triunfal, ebrios de odio, y hambrientos de venganza.
En no haber aprovechado ese momento para la reconciliación estriba el peor baldón del régimen.
Esta preciosa información, muy bien estructurada, puede leerse en el libro de Pío Moa, 'los años de hierro'