La intifada de Cañada Real, en directo por Al Yazira

Extracto de un artículo (que recomiendo leer completo) de Horacio Vázquez-Rial en Libertad digital.
[…] Todo esto me vino a la memoria a partir de los acontecimientos de la Cañada Real Galiana difundidos hasta el hartazgo en todas las televisiones, públicas, privadas y mediopensionistas. Sospecho que lo que se quiso mostrar fue la profunda injusticia en que viven aquellos a los que la policía intentó desalojar por orden de un juez; además de la consabida brutalidad policial, causa evidente de la fractura de maxilar de uno de los agentes a cargo del operativo, cuya reconstrucción facial requirió, si no me equivoco, dieciocho tornillos, para empezar el que será su largo via crucis. Pero el acento en ningún momento se puso en la agresividad de los potenciales desalojados, con la excepción, repetida hasta el hartazgo, de la acción (heroica, se supone) de una mujer, con un bebé en un brazo, que se escabulle de los uniformados y, con la mano libre, alza un taburete del suelo e intenta partírselo en la cabeza a uno de los que tratan de llevar a cabo el desahucio.
Lo que yo vi, en cambio, fueron unos cuantos fotogramas más de una larga película que se inició hace unos años en Israel y se continuó más tarde en algunos barrios de París, con un reparto recurrente: las mujeres y los niños, sobre todo los niños, en primer plano. Los hombres vienen después, en la fase de extenuación y negociación. Atime, la Asociación de Trabajadores e Inmigrantes Marroquíes en España, denunció la agresividad policial contra las mujeres y los niños. Por otra parte, un policía declaró, con intuición certera: Esto parecía Palestina. Varios marroquíes portaban armas blancas e incluso le ha[n] quitado la pistola a un policía municipal. Cuando ven una cámara, se tiran al suelo para expresar victimismo, pero después se levantan y empiezan a tirar piedras. […]
Lo que ocurrió en la Cañada Real Galiana de Madrid no fue una rebelión, sino la aplicación de un método ante un Estado benefactor y tontorrón, siempre dispuesto a ceder con nuestro dinero, ese dinero público que, según una ministra socialista, "no es de nadie". [A diferencia de otros inmigrantes] El islam llega a Europa con un alto nivel de organización. Cinco millones de musulmanes son un grave problema político en Francia. Bruce Bawer ha explicado el problema en relación con Holanda. Médicos musulmanes se han convertido en asesinos en Gran Bretaña. Y aquí, por misteriosas razones, cuando todavía (no por mucho tiempo más) podemos coger el toro por los cuernos, nos quedamos mirando embobados cómo otros arrancan al poder establecido derechos de los que jamás hemos disfrutado, ni creo que, por decencia, aceptáramos disfrutar.

Yo vi en las imágenes de la Cañada Real al islam en plenitud organizativa. Pero no sólo yo lo vi: lo vieron también ellos, a juzgar por la forma en que Al Yazira, la televisión a la que Ben Laden manda sus vídeos, difundió el tema en todo el mundo. No es manía mía, lo juro: Al Yazira transmitió en directo, según varias fuentes, todo lo ocurrido allí. ¿Cómo es posible que se haya transmitido en directo? La respuesta es sencilla: se sabía lo que iba a pasar y se prepararon las cámaras para ello, discretamente, a la espera de lo que sobrevenga, del mismo modo en que se hace desde hace décadas en Palestina, en el interior de cualquiera de las viviendas próximas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No, no se sabía lo que iba a pasar. De hecho, no se esperaba que pasara más que las anteriores veces - que ante la presencia de vecinos solidarios dentro y fuera de la casa, el juez revocara la órden. Pero lo que no sospechaban los vecinos era que esta vez iba en serio.
Al-Jazeera apareció allí con la misma rapidez que Telemadrid, Antena 3, la Primera, y todo otro hijo de vecino mediático. Fueron muchos los medios que trasmitieron en directo el incidente. Los mismos vecinos les llamaron al ver que se montaba la buena.
Yo no soy musulmana, ni apoyo esta religión agresiva bajo ningún concepto, pero a ver si nos centramos, que este incidente no fue de índole religiosa ni étnica. Era un asunto de vivienda, de calificación de suelo. Allí están implicados tanto españoles como marroquíes. No mezclemos las cosas, que el hecho de que fuera la casa de una familia marroquíe no lo convierte el episodio en una conspiración nacida en las mezquitas de Madrid.