El nuevo periódico radical de izquierdas patrocinado por Zapatero arranca con un "Fuck Bush" (jódete Bush)

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Zapatero está en deuda con aquellos que dijeron que el pueblo español prefería ser gobernado por Al-Qaeda antes que por el PP, y a los que toda una visión del mundo les cabe en una camiseta como la del Fuck Bush con que se promociona el diario Público.

El 'Fuck Bush', de Davig Gistau en El Mundo

'Zetapé' necesita activar de nuevo el voto del Pásalo, que quedó aletargado después de tragarse a Aznar como la boa que digiere un elefante de Saint-Exupéry. El presidente contrajo por tanto una dependencia electoral con aquellos que, como Wyoming, dijeron que el pueblo español prefería ser gobernado por Al-Qaeda antes que por el PP, y a los que toda una visión del mundo les cabe en una camiseta como la del Fuck Bush (jódete Bush) con que se promociona el diario Público.

Al voto del Pásalo no tiene por qué gustarle que Zetapé mendigue saludos a Bush con la timidez de una gruppie oferente en vez de joderlo como cuando llevaba puesta la camiseta al otro lado de la pancarta. Pero aún más ha de disgustarle que se haya roto la superstición pacifista de Irak. La que fue aventada desde la calle antes y después del 11-M como argumento de agitación continua, y que ahora obliga a ocultar detrás de un biombo retórico a todos los militares caídos en una guerra que nos son devueltos metidos en bolsas de plástico por ese terrorismo que no parece aplacado por la retirada de las tropas ni por la devoción de los manifestantes que renovaron con la insurgencia todos los mitos anti-imperialistas que estaban encomendados al póster del Che.

Por eso mismo, porque en primera línea tenemos gente que, según el ministro Alonso, da la cara y muere por nuestra libertad y nuestra seguridad, es por lo que Wyoming puede banalizar a Al Qaeda y recrearse en el Fuck Bush mientras en la mano que sostiene el cóctel se le tensa el dedo meñique y el coro de modernos le ríe el chiste en vez de preguntarse, por ejemplo, por el paradero de los homosexuales de Irán, por los que tarda Zerolo en pronunciarse contra la homofobia de Ahmaetcétera.

El voto del Pásalo alegará ahora que Afganistán no es lo mismo que Irak. Y es verdad que no lo era cuando aún estábamos en Azores, cuando toda la razón moral del 11-S fue la coartada de Bush para una invasión por motivos falaces. Pero sí es lo mismo en la posguerra, es decir, justo cuando Zetapé retira las tropas. Sí es lo mismo cuando en ambos casos se trata de estabilizar a una nación para evitar que se convierta en guarida fundamentalista y en base de agresión a Occidente, socorriendo por añadidura a sus habitantes más vulnerables: los que son reventados en mercados y reprimidos por principios intolerables. El Gobierno sabe que es lo mismo, y por eso no sacará las tropas de Afganistán, pero jamás lo reconocerá por no ofender al vota del Pásalo ni contradecir los tópicos pacifistas que le dieron el poder con la inestimable ayuda de 'El Chino'. Cautivo del Fuck Bush, no hace sino ningunear el mérito de los hombres que tenemos en primera línea, luchando por lo mismo por lo que se lucha ahora en Irak. Encima tenemos que resignarnos a que Wyoming sea nuestra Jane Fonda.

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1 comentario:

sarónico dijo...

Jaume Ripollet i Bohigas enjuicia a los gallegos
21 de Septiembre de 2007 - 14:43:19 - Pío Moa
Me lo hace llegar mi corresponsal de Reus:

Admirado profesor Bofarull i Bofarull

Aun sin haber tenido respuesta a mi carta, y después de los rebuznos del tal Eguaraz, me permito relatarle una nueva y dolorosa experiencia para que compruebe el atraso de muchos de estos bárbaros que se llaman antiespañoles y son más españoles que los españoleitors, con eso se lo digo todo. Este verano fui también a Galicia con dos amigos, también patriotas catalanes, a los que yo hacía de traductor, porque yo hablo y entiendo un poco, bueno, bastante, el castellano, qué remedio, me obligaron a estudiarlo, menos mal que eso ya va cambiando. Fuimos a una excursión por el río Sil que llaman Ribeira Sacra (¡sacra! ¿ve usted? En plan religioso y tal, a estas alturas). La carreterucha hasta allí era africana, qué africana, española, y nos preguntábamos los tres qué hace esta gente con la pasta que nos sacan a los catalanes y que dicen que es para mejorar a esas naciones atrasadas como Galicia. Ya te jode que encima de que nos roban los cuartos a través del Estado español, solo sepan hacer chapuzas… menuda panda de vagos e ineptos, estos gallegos. ¡Gallegos! Ya la palabra dice mucho. Ya nos íbamos calentando al comentar estas verdades, cuando dimos con un bache enorme, el coche medio se hundió y pegó un brinco, Oriol y Jordi se pegaron un hostión de cuidado con el techo y quedaron con tortícolis para todo el día, las ruedas de delante perdieron el paralelo, y así el coche iba por donde le daba la gana. Fue un milagro que no nos cayéramos por uno de aquellos barrancos. Conseguimos llegar al embarcadero, y algunos palurdos de estos se nos quedan mirando mientras maniobramos penosamente, y al ver los CAT de medio metro que llevábamos junto a la matrícula y en los dos lados del coche, va uno y comenta: “Ah, claro, es que son catalanes”, como diciendo qué otra cosa podían ser tales gilipollas, cuando llegábamos así por culpa de ellos de sus putas carreteras. Encima de lo que nos mangan, ¿eh?… Si mis compañeros no fueran medio lisiados por lo del bache, con la cabeza doblada sobre el hombro, creo que les habríamos enseñado lo que es la sangre almogávar y carolingia.

Pero lo peor fue cuando subimos al barquichuelo con el que dan paseos por un tramo del Sil. El sitio no estaba mal, me recordaba un poco a los fiordos noruegos en los que tanto disfrutamos hablando catalán con los naturales, tan amables y civilizados, seguramente de estirpe carolingia también. Bueno, el paisaje no estaba mal, ya digo, pero la chusma de por allí… Total, que la tipa que iba explicando las cosas hablaba con voz muy dulce pero resultó una arpía de no te menees. Voy y le digo que nos hable en catalán, y la tía borde nos contesta en gallego. Yo la entendía bastante, porque el gallego, aunque le dicen idioma, yo creo que es un castellano mal hablado y nada más. Me mosqueó que la tía se pusiera en plan chulo, y le dije que en Grecia y en Noruega, y en muchos sitios más, los guías y tal nos hablaban normalmente en catalán, y no comprendía cómo dentro del Estado español, mucho más cerca, no se nos atendía igual en nuestro idioma, y que luego encima nos llaman separatistas, cuando son ellos los separadores, los que por la puta envidia no reconocen la pujanza internacional de nuestro idioma. Y la tía, que no nos hace puto caso, se da la vuelta y se mete en la parte cubierta del catamarán, así le llaman, creo, que si estuviéramos en Cataluña llevaría ya veinte años desguazado.

Entonces nos subimos a la cubierta de arriba, que tenía unos bancos al aire libre, para olvidar los sinsabores y disfrutar un poco del paisaje, ya digo, lo único algo bueno, por no decir lo único soportable de todo aquello, aunque el pasaje era demasiado caro. En mala hora se nos ocurrió ir a esta maldita nación. Oriol y Jordi, por lo del cuello, tenían que hacer números para mirar arriba hacia aquellos picachos, se retorcían, gemían y sufrían lo indecible. Y en estas, que la tía burra, por la megafonía, interrumpe las explicaciones turísticas y suelta: “Atención, hay aquí tres golfos que no han pagado el pasaje, y para que no siente precedente y sirva de advertencia, voy a decir sus nombres”. Y suelta mi nombre y el de mis compañeros. Porque olvidé decirle que los billetes hay que reservarlos en el hotel, y en la reserva venían nuestros nombres. Hervíamos de indignación, ¿así tratan a los turistas por estos pagos? ¿A los que les damos de comer? Pero Jordi dijo: “Hagamos como que no hemos oído, no hay mayor desprecio que no hacer aprecio”. Y entonces va la arpía y grita por el altavoz: “Son esos tres que van sentados en el banco segundo de la izquierda, dos de ellos con el pescuezo torcido”. Y la gente mirándonos y cuchicheando. Uno me pareció que hablaba de tirarnos al agua. Aquello ya era demasiado, señor Bofarull, aquello ya no podía ser. Descendimos bajo cubierta, donde hablaba la maldita individua, y le dije:

– Ha de saber usted, señora, que sí hemos pagado ya, que no debiéramos haberlo hecho, porque no se respeta nuestro derecho a recibir las explicaciones en catalán. Es la primera vez en mi vida que nos tratan de esta manera, voy a protestar a…

– ¡Qué carallo van a haber pagado ustedes! ¡A ver si creen que soy tonta!

– ¡Le digo que hemos pagado, y que vamos a presentar una protesta…!

– ¡Pues si han pagado, vuelven a pagar, qué carallo! Primero me obligan a decir por megafonía lo que he dicho, que es algo muy violento, créanme, muy desagradable para mí, y encima vienen aquí a llamarme mentirosa y a amenazarme. ¡Carqueixo! ¡Carqueixo!

Y que sale de no sé donde una especie de bestia parda con un cuchillo de monte al cinto, un cuchillo como un alfanje, vamos, y nos dice posando la mano en la empuñadura:

– Qué pasa aquí, ¿quién está amenazando a mi perlita del Caribe? ¿Quién se atreve a llamarla mentirosa?

Y la tía, que se echa a llorar diciendo:

– Me han obligado a tener que decir que había tres golfos que no pagaban, con lo desagradable que es tener que decir esas cosas… Y no quieren pagar…

¿Usted cree que se puede razonar con semejantes bestias, señor Bofarull? ¡Esos ni se habían olido el talante carolingio, se lo puedo asegurar, estoy seguro que se lo dices y ni saben de qué les estás hablando! Estuve por darle una patada en los huevos al tío, pero Oriol, con la cabeza penosamente doblada, me advirtió al oído: “Tranquilo, Jaume, tranquilo, que nos pierdes. Que luego viene la Guardia Civil, y ¿a quién crees que va a darle la razón? ¿Nos va a dar la razón en cuanto sepa que somos catalanes? Ni de coña, nos empapelan a los tres y nos meten en chirona. Si hay que pagar otra vez, pagamos y ya está”. Me di cuenta de que era un aviso lleno de seny, señor Bofarull, aunque muy amargo, cada vez que pensaba en la borrachera que iban a coger aquella pareja de piratas con el sobresueldo que tuvimos que aflojarles, porque lo único que deben saber hacer bien por esta desdichada tierra es empinar el codo, bueno, es que me daban ganas de volver y hacerles un agujero en el barco, con ellos dentro atados y amordazados.

En fin, señor Bofarull, así están las cosas por esas naciones que dicen que se solidarizan con nosotros. Creo que hay que montar una campaña de boicot turístico para que, al menos, no se beneficien de nuestros euros en estos países de salvajes. Y por supuesto, escribiré a la Generalitat para que tome cartas en el asunto, porque no puede permitirse que traten así a unos ciudadanos catalanes, y menos en un país de mierda como Galicia, de donde han venido tantos muertos de hambre a que les demos de comer en nuestra nación, y los cabrones así nos lo agradecen. Después de volver a casa, gastándonos una pasta en paralelar las ruedas y en linimentos y tal, todavía me hierve la sangre, cada vez que me acuerdo. Después de esto ya no me extraña nada de los Eguaraces y Carballeiras, los creo capaces de cualquier cosa, hasta de declararse españolísimos el día menos pensado.