[...] El sábado pasado, un grupo de ocho turistas procedentes de la India fueron brutalmente agredidos y perseguidos por las calles por una horda de jóvenes borrachos, unos claramente neonazis y otros a punto de serlo. Las víctimas se refugiaron en un restaurante asaltado de inmediato por más de medio centenar de agresores antes de que llegara la Policía. Milagrosamente, ninguno de los turistas indios, todos ellos vapuleados, resultó herido de gravedad. El perfil de los agresores no alberga sorpresa alguna. Son jóvenes alemanes orientales, sin bachillerato, sin empleo ni esperanza de encontrarlo, en gran parte ya alcoholizados y sin pareja, demasiado jóvenes para haber vivido conscientemente el régimen comunista, pero ya asqueados de la democracia, del libre mercado y de las letanías multiculturalistas bienpensantes de la clase política. Sus padres nacieron bajo la dictadura comunista y sus abuelos se adaptaron a ella con menos entusiasmo pero tanta sumisión como antes habían vivido bajo el nazismo. [...]
Por eso la lucha contra el neonazismo debe tener, como la política antiterrorista, más allá de medidas políticas, su esencial vertiente en la represión policial y en el incremento de los instrumentos de disuasión y penalización de sus actividades. Es imprescindible que sus enemigos sepan que el Estado de Derecho tiene la firme voluntad de defenderse y de defender a todo individuo libre que se mueva por su territorio. Hoy en día no es el caso ni en Alemania ni en muchos otros países por no hablar del nuestro. [...] Sigue leyendo a Hermann Tertsch en ABC
Por eso la lucha contra el neonazismo debe tener, como la política antiterrorista, más allá de medidas políticas, su esencial vertiente en la represión policial y en el incremento de los instrumentos de disuasión y penalización de sus actividades. Es imprescindible que sus enemigos sepan que el Estado de Derecho tiene la firme voluntad de defenderse y de defender a todo individuo libre que se mueva por su territorio. Hoy en día no es el caso ni en Alemania ni en muchos otros países por no hablar del nuestro. [...] Sigue leyendo a Hermann Tertsch en ABC
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