¿Hay algún país del mundo que pueda celebrar cada noche, y durante cuatro meses, una ceremonia similar, o incluso más brillante y multitudinaria, que la inauguración de unos Juegos Olímpicos? La respuesta es sí y, por increíble que parezca, dicho Estado es Corea del Norte, una de las naciones más pobres y aisladas de la Tierra y donde sus habitantes sólo pueden comer los cuatro alimentos racionados que les suministra el Gobierno. A pesar de tales penurias, este régimen comunista mantiene a la población en permanente estado de movilización, ya sea por la constante amenaza de supuesta guerra con Estados Unidos o por los numerosos desfiles o celebraciones en honor del caudillo del país, Kim Jong-il. […]
"Por la revolución de las semillas", reza ahora en el colorista collage humano de la tribuna, donde cada persona queda reducida a una especie de píxel. Toda una metáfora del valor que tiene el ser humano en esta alienante sociedad. Proclamas como "Con más velocidad hacia el siglo XXI" o "Tecnología punta" acompañan a los dibujos de caballos trotando al galope o de futuristas científicos que, ataviados con una especie de trajes espaciales, observan sus microscopios. No parece probable, pero quizás estén buscando a la persona que, diminuta, se encuentra bajo esa alfombra de carteles, exhausta tras meses de severísimos entrenamientos que le han robado miles de horas a sus estudios, su trabajo, su familia y, en definitiva, a su ya de por sí pobre existencia.
El festival concluye con una canción por la reunificación de las dos Coreas, que se mantienen separadas desde la contienda civil (1950-1953) que siguió a su partición tras
Puedes ver aquí el extraordinario documental de Cuatro sobre Corea del Norte
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