Los inocentes del lino, últimas victimas de Garzón

Editorial El Mundo


Que Baltasar Garzón era un deficiente juez de instrucción que dejaba con frecuencia cabos sueltos e importantes lagunas en sus investigaciones era algo sabido dentro del mundo judicial. Estas carencias han salido a la luz pública con toda su crudeza en los últimos días, en los que el juez estrella de la Audiencia Nacional ha protagonizado tres importantes fiascos: su negligencia en la prórroga de la clausura de las herriko tabernas y las absoluciones de todos los imputados en dos sonados casos: el de Telecinco y el del fraude del lino, cuya sentencia se conoció ayer.

La Audiencia ha absuelto a los 18 agricultores y empresarios imputados por Garzón por delitos de falsedad y estafa en el famoso caso de las subvenciones del lino. Recuérdese que el PSOE -con Bono como oportunista ariete- llegó a pedir la dimisión de Loyola de Palacio, ministra de Agricultura, a la que se acusó de haber consentido un fraude de decenas de millones de euros en la obtención de fondos comunitarios.

Garzón imputó entonces a Nicolás López de Coca, ex subsecretario de Agricultura y presidente del Fondo de Garantía Agraria, que tuvo que dimitir. La Audiencia decidió en su día que no había motivo para acusarle en esta causa y falla ahora que sus responsabilidades penales -si existen- sean examinadas por otro tribunal.

A pesar del enorme escándalo político suscitado en su día y de las graves penas solicitadas por el fiscal, la Audiencia Nacional ha dictado una sentencia absolutoria para todos los imputados al «no observar el menor dato que permita deducir algún tipo de actuación delictiva».

Una frase que supone todo un varapalo para Garzón, que ha estado instruyendo este asunto durante seis años en los que no ha sido capaz de aportar ni el más mínimo indicio de criminalidad en la obtención de unas subvenciones para cosechar un lino que luego se quemaba. La sentencia dice que no se ha podido demostrar que hubiera un concierto fraudulento entre los recolectores y la industria transformadora del lino, lo cual no hace más que corroborar el fracaso de la instrucción.

Diez años estuvo investigando el caso de la compraventa de acciones de Telecinco, en el que quiso imputar al primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. Sentó en el banquillo a siete acusados, entre ellos, el ex presidente de la Once, que fueron absueltos el pasado jueves con la misma argumentación jurídica: falta de pruebas.

Son ya demasiados casos en los que una instrucción de Garzón se abre con grandes titulares en los periódicos y se cierra con la absolución de todos los imputados. Le puede pasar a cualquier juez, pero al magistrado estrella le ha sucedido en demasiadas ocasiones. En tantas, que sus imputados que luego resultaron inocentes podrían constituir ya una asociación de víctimas de Garzón El Pluriempleado.

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