Histeria climática: razones para el escepticismo

Actualizo este post por el interés que creo tiene. No tanto lo que yo escribo como el contenido de los vídeos que les ofrezco. No se los pierdan! Y, por favor, divúlgenlos! Nos están engañando y son muy pocas las voces que se alzan contra la gran mentira ecológica!

Este invierno, que no lo es, está resultando una bendición para todos los ecologistas prehistéricos. No debería hasta el más tonto darse cuenta de lo que está pasando? No son acaso las altas temperaturas reinantes la mejor prueba del calentamiento global? No está quedando definitivamente claro que este fenómeno es debido a la acción humana, a la famosa huella ecológica de la que nos habla Don César Santiso en sus comentarios en este blog? Dudarlo, no digamos ya negarlo, es de ignorantes, manipuladores, agentes del capital, inmorales o, simplemente, de idiotas. No tardaremos en ver cómo se instaura una nueva forma de delito en alguna de esas leyes de nuevo cuño para taparnos la boca a los “críticos”.

La Economía“, o sea todos nosotros, vivimos en medio del contínuo ataque que los ecofascistas lanzan desde sus partidos políticos o desde las ONG’s: toda decisión referida al consumo y/o las inversiones a realizar por un particular debe dejar de ser individal, libre y responsable para pasar a ser controlada políticamente, dirigida desde el estado y, llegado el caso, prohibida para potegernos (a nosotros y los hijos de nuestros hijos) de nosotros mismos. Una falange de especialistas (en su mayoría pagados con el dinero de todos) ya está dispuesta a llevarnos por el camino recto (o sea, el de la izquierda). Cualquier argumento liberticida es destilable desde los alambiques del „miedo al futuro“.

Mientras tanto, los augurios con los que nos bombardean estos expertos desde hace 30 años han sido negados por la tozuda realidad: ni nos encontramos en medio de una nueva glaciación, ni los bosques centroeuropeos han desaparecido, las reservas de petróleo no se han agotado en el 2000 y en nuestro planeta no viven 8.000 millones de personas sino 6.000. No tengo mucho más que decir sobre el acierto de las predicciones de los ecocharlatanes.

Uno de los más prominentes activistas verdes, Dennis Meadows („The limits to Growth“) ha dejado bien claro que, aunque reduzcamos la emisión de contaminantes a los niveles de 1850, nada cambiará en la dinámica de cambio climático en los próximos 100 años. Debemos aprender a „…vivir con los cambios y fenómenos actuales …“ Pues eso. A ver si nos concentramos en ello.

La relación entre consumo de energía y bienestar es más que evidente. Reducir el bienestar a la salud es pura demagogia (justamente la demagogia que podemos leer aquí). Una reducción significante de las emisiones de CO2 es sólamente posible, en el mejor de los casos, en las sociedades postindustriales. En las demás, la pérdida masiva de calidad de vida (díganle a un argentino medio que sólo puede calefactar con un sistema de energía solar, o a un hindú que no puede comprar un coche) supondría incluso rupturas y enfrentamientos sociales de difícil pronóstico. Y no olviden: el mercado sostenible es un mercado dirigido, jamás un mercado libre!

Sociedades postindustriales, en los umbrales del siglo XXI, son Europa, USA, Canada y Japón. Los dos gigantes India y China, están a la cabeza de una larga lista de países en plena expansión industrial. Lo lógico sería pensar que en esos países las emisiones totales aumentarán de forma expectacular en los próximos años. Sólo para compensar el aumento de emisiones en el sureste asiático, Europa debería reducir las suyas a niveles medievales. Algo que se me antoja absolutamente imposible!

Mientras los burócratas europeos se rompen la cabeza sobre cómo obligar – en difícil equilibrio con los principios de la democracia – a los ciudadanos a llevar „coches de tres litros“ (al tiempo que ellos van cómodamente sentados en sus Audi A8), la mayor preocupación de los “ciclistas” del sureste asiático es cómo cambiar las piernas por un motor bajo las asentaderas. Mientras en USA el número de coches es de 700 por cada 1.000 habitantes, en China no llega a los 30. No hace falta que los chinos lleguen a tener tantos coches, dejémoslo en la tercera parte, unos 250 por mil habitantes (cifra calculada para el 2050): calculen ahora las emisiones de CO2 en China.

Un dinámica similar se observa en el segundo país más grande del mundo: la India. En la India les va a resultar muy dificil a los Santisos de turno, esos que viven en países donde no nos falta de nada, justificar la renuncia al progreso y la calidad de vida en nombre de una más que dudosa agenda ecológica mundial..

Leyendo los medios de comunicación europeos, cualquiera podría llegar a pensar que , por ejemplo, con mejoras en el aislamiento de las viviendas, aumento de la productividad de máquinas y sistemas y la renuncia a la movilidad individual es posible darle la vuelta a la tortilla. Sobre el hecho incuestionable de la necesidad de aumentar la producción de energía nuclear para reducir las emisiones de CO2 no leemos nada (sería terrible para los verdes!) Sobre el hecho de que la industria alimentaria (más en concreto la producción bovina y de arroz) produce a través del metano (de mayor impacto ecológico que el CO2) una sobrecarga relevante en el medio ambiente tampoco leemos nada. Y sobre la opinión de esos „científicos“ defensores de la teoría de la „Huella ecológica“, quienes manifiestan sin recato que la población mundial debe (repito: DEBE) disminuir, se corre el tupido velo del silencio.

Hasta ahora se conforman los grandes sacerdotes del ecologismo con proponernos unas medidas limitantes de nuestra libertad y nuestro bienestar. No tardarán en enviarnos globos sonda sobre la conveniencia de reducir la población mundial y cómo alcanzar esa reducción.

Soy un escéptico de las teorías oficiales sobre cambio climático porque el acientificismo campa a sus anchas al amparo de la política. Soy un escéptico porque no hay forma de desarrollar modelos predictivos fiables. Soy un escéptico porque tras el movimiento ecologista mundial se esconde el abuso de las voluntades individuales (tanto las de quienes no aprecian su medio ambiente como las de los que sí lo hacen) en nombre del miedo al mañana. Y eso, señores, es FASCISMO.

Les dejo con unos vídeos absolutamente imprescindibles:

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Vía Desde el exilio

1 comentario:

rasputinsky dijo...

Te voy a publicar en Aragón Liberal con enlace al artículo. federico