Hotel Rwanda. Un millón de muertos ante la pasividad de la ONU

SINOPSIS
A unas horas de la firma de un convenio de paz entre hutus y tutsis –respaldado por la ONU– en el Hotel Mille Collines (Kigali, Ruanda), que regenta Paul Rusesabagina (Don Cheadle), pequeños acontecimientos empiezan a perturbar la cotidianeidad del país. Soldados hutus instigan por radio a "erradicar la invasión asesina de los tutsis". Paul Rusesabagina es hutu y director del hotel Mille Collines, propiedad de las aerolíneas belgas Sabena. Respetado por su generosidad, su carisma y los contactos que tiene, se ve involucrado en el transcurso de los acontecimientos cuando amenazan a su mujer tutsi (Sophie Okonedo), a sus hijos y vecinos con la muerte y logra sortear los primeros obstáculos mediante el soborno, con la esperanza de que las fuerzas internacionales lleguen en cualquier momento para evitar la guerra civil. Sin embargo, la situación se recrudece. Tras el asesinato del presidente ruandés, comienzan las matanzas indiscriminadas de tutsis a manos de los soldados y ciudadanos hutus. Paul logra proteger a los suyos en el hotel, al que empiezan a llegar miles de personas pidiendo auxilio. Mientras un joven cámara, reportero de la BBC (Joaquin Phoenix), asiste al espectáculo dantesco y Paul hace uso de todos los recursos y sobornos posibles para mantener con vida a los tutsis refugiados en el hotel, las fuerzas internacionales llegan a Ruanda pero sólo para evacuar a los ciudadanos blancos y devolverlos a sus países de origen y con órdenes de no intervención. Paul, armado de coraje, con la ayuda del coronel Oliver (Nick Nolte) de la ONU (defraudado por el comportamiento internacional), logrará cobijar y proteger primero, y salvar después, la vida de miles de personas que confiaron en él. Se compromete consigo mismo para proteger a su mujer tutsi, Tatiana, a sus hijos y a los 1200 vecinos tutsis que, atemorizados y amenazados, llegan al hotel pidiendo auxilio y protección, cuando las fuerzas internacionales no ofrecen intervención ni ayuda a los perseguidos.

CRÍTICA
Lección de humanidad para Occidente

El director de "En el nombre del hijo" y guionista de su precedente "En el nombre del padre" o de "The boxer", se atreve ahora con una película sobre el genocidio tribal de Ruanda, con un millón de muertos en 1994 y bajo la pasividad del mundo occidental. La veracidad de los hechos da fuerza a unas imágenes que recogen de manera realista la tragedia del pueblo tutsi, que vio cómo la venganza de los hutus se cebaba “cortando los árboles altos”, en alusión a su mayor altura física. Guerra fratricida, más cruel que ninguna al ejecutarse la matanza a golpe de machete, y suponer una auténtica y descomunal limpieza étnica. Sin embargo, Terry George no se regodea en lo macabro y muestra lo justo para remover la conciencia de un espectador que, probablemente, «después de ver tan crueles imágenes, dirá “qué horror”... y seguirá cenando», como advierte el reportero americano.

Mirada pudorosa pero también denunciatoria de una sociedad que se mueve sólo por el beneficio que pueda obtener: ahí está la corrupción de las autoridades internacionales o de los propios mandatarios ruandeses, y de la que se “sirve” el protagonista para ganarse “aliados” ante futuros problemas o para salvar más de una vida; no son distintos los países “civilizados” que aprovechan ese odio ancestral para dar salida a su industria armamentística –con una alusión explícita a Francia–, que abandonan un país cuando ya no les reporta beneficios, o que no es suficientemente importante como para defender allí los derechos humanos –en referencia al patético papel de la ONU–.

Menos mal que todavía hay héroes –y de carne y hueso, no como los Increíbles–, gentes dispuestas a hacer lo imposible, incluso a dar la vida, para salvar otras. Uno de ésos –no el único– es Paul Rusesabagina, gerente de un hotel de lujo y hutu casado con una tutsi; es inteligente y astuto, pero fundamentalmente es un hombre bueno, de esos en los que se puede confiar y que son admirados hasta por sus rivales. Su personalidad y sentido de la humanidad chocan con la barbarie de hutus o la rapiña de sus jefes. Ejemplar marido y padre, su personaje evoluciona con la historia y va adquiriendo dimensiones heroicas conforme las dificultades le exigen mayor sacrificio, generosidad y audacia: de una inicial postura de indiferencia pasa a velar por la salvación de su familia, para terminar por asumir la responsabilidad colectiva de todo un pueblo. Acciones al límite de lo exigible, puestas en escena con un dramatismo angustioso en unos momentos y conmovedor en otros. Excelente interpretación de Don Cheadle –bien podría Foxx haberle cedido su Oscar®, aunque ambos se lo merecen– y también de Sophie Okonedo en el papel de su mujer. Un guión muy bien construido y sin altibajos que genera un ritmo trepidante y siempre controlado, mientras que la banda sonora ayuda a crear ese “horror y tensión psicológica” durante la masacre o la identificación con la causa del protagonista en momentos muy emotivos.

Podría ser una historia más de buenos y malos, una exploración de las bajezas a que el hombre puede llegar o un mero entretenimiento para un cómodo espectador necesitado de impactos emocionales. Pero como lo que cuenta sucedió en realidad –con mayor crudeza aún–, todo cobra un sentido nuevo: toque de atención a los gobiernos y a las personas en particular, y llamada a un compromiso con ese continente cuyo único problema consiste en llamarse “África” y no tanto en ser de raza negra –como bien apunta el general de la ONU–. Por este tratamiento personalista del conflicto, Terry George quiso rescatar de la memoria la acción de un gran hombre, y contar –junto a su lucha por frenar la brutalidad– su profesionalidad en el trabajo, su sentido religioso de la vida, su trato afable y agradecido con los demás, o su profundo amor a la familia.

Historia dura pero conmovedora –sin la frialdad y deshumanización de "El hundimiento", por ejemplo–, y fundamentalmente una ventana para conocer la realidad, tantas veces ocultada o silenciada por los medios de comunicación que dejan de informar cuando algo ya no es noticia, o que están más preocupados de resaltar los aspectos más excéntricos o depravados del hombre que los valores positivos que la vida también encierra. No se ha llevado ningún Oscar®, pero ahí quedan sus tres importantes nominaciones (actor protagonista, actriz de reparto y guión adaptado) y su valentía para mostrar la otra cara de la noticia.

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