¡Vaya! ¡Pues parece que hay vida en el Universo! El oasis tóxico catalán acaba de ser sacudido por un meteorito electoral que ha acabado con la farsa que llevamos viviendo desde hace décadas.
Ayer fue una jornada memorable. Hagamos la lectura que hagamos, los resultados son una inyección de moral para quienes queremos creer que aún existen posibilidades de regeneración en la sociedad española. Veamos qué ha sucedido:
Ayer se produjo la primera derrota electoral de Zapatero, como el propio periódico El País recuerda hoy. Nuestro falso Don Quijote de las ansias infinitas de paz y su montillesco Sancho Pancista han perdido 1 de cada 4 votos que cosecharon en 2003. Que tomen buena nota aquéllos que todavía se tragan la majadería de que el proceso de rendición ante ETA le va a traer buenos réditos electorales al PSOE. Zapatero ha entrado ya en fase descendente.
La sociedad catalana ha mostrado, una vez más, su hastío con respecto a una casta política corrupta, mediocre y cerrada. Un hastío que se manifiesta en una abstención de proporciones históricas y un voto en blanco que bate auténticos récords. Un poco más, y el voto en blanco consigue un escaño parlamentario. Después de la bofetada al estatuto (apoyado por 1 de cada 3 catalanes), esta abstención viene a hacer dolorosamente patente el progresivo alejamiento entre la clase política y la ciudadanía a la que dice representar.
El nacionalismo, en su conjunto, retrocede. El tetrapartido (CIU+ERC+PSC+ICV) pierde 450.000 votos y 2 escaños, mientras que los no nacionalistas (PP+Ciudadanos) suben esos dos escaños y ganan 15.000 votos en conjunto. Además, se produce una recomposición del voto dentro del nacionalismo, con un trasvase de escaños desde las posturas más radicales (ERC) hacia otras menos salvajes (CIU).
Al mismo tiempo, también se produce una recomposición dentro del voto no nacionalista, con un trasvase de voto desde las posturas pactistas (PP) hacia las combativas (Ciudadanos).
Es la aparición de Ciudadanos, sin duda, el fenómeno más importante de los vividos ayer. Y lo es porque envía un clarísimo mensaje a los dos grandes partidos de nuestro país: se acabó lo que se daba.
La aparición de un partido ciudadano que surge de la nada en 4 meses; que arrebata una parte del voto del PSOE; que nace para cuestionar el marasmo de mentiras, irresponsabilidades y corrupción en que el PSOE había enfangado a la izquierda y que es capaz de entrar en el parlamento a pesar de su falta de recursos y del boicot informativo, le supone a Zapatero un serio peligro, porque habrá de nuevo (como en la época de Anguita) una voz de izquierda con una clara concepción nacional y que llega al panorama político como un soplo de aire fresco. Y con un Albert Boadella dispuesto a dar la batalla en clave de humor, para más inri. El PSOE tendrá ahora que retratarse en el parlamento de Cataluña en muchas cuestiones que afectan a los derechos de los castellanohablantes.
Para el PP, la situación no es menos complicada. La entrada de Ciudadanos en el parlamento catalán le supone un varapalo que debería hacer reflexionar a sus líderes. El efecto Supermontse no existe más que en la mente calenturiente de los Arriola, los Gallardón y los Piqué. Lo que los españoles queremos es otra cosa, y por eso el PP ha perdido 1 de cada 5 votos que cosechó en 2003, mientras que Ciudadanos se lleva 90.000 votos que han permitido compensar con creces la caída de los populares.
Atenta la cúpula del PP a los resultados: un 20% del electorado popular está hasta las mismísimas narices. Tanto como para no votarles esta vez en Cataluña, después de lo que ha llovido. A ver como encaja Arriola el dato en sus encuestas.
Pero el efecto mayor sobre el PP se producirá a partir de ahora, por las mismas razones que para el PSOE: el PP tendrá que retratarse y me temo que Piqué no va a resultar muy fotogénico. No sólo eso: si el PP continúa por la senda suicida de prestar su colaboración a la centrifugación estatutaria de España (hoy se vota el ignominioso estatuto de Andalucía), se encontrará en las sucesivas elecciones con un conjunto cada vez mayor de votantes que opten por probar otras opciones. Porque las elecciones en Cataluña han demostrado dos cosas:
- que existe vida política al margen del PP
- y que dividir el voto no sólo no implica un retroceso, sino que permite obtener mejores resultados conjuntos que cuando el PP se presentaba solo.
El PP es, en muchos lugares, el único bastión que nos queda. Por ejemplo en el País Vasco. Y en esos lugares sus electores estaremos con el PP a las duras y a las maduras. Pero en otros lugares el PP debe empezar a soltar lastre y soltarlo ya. Comenzando por Piqué y terminando por Gallardón. Porque si Rajoy insiste, por ejemplo, en presentar a Gallardón como alcalde, nos vamos a reír todos un rato.
Ayer, los ciudadanos hemos descubierto que tenemos poder. Y vamos a ejercerlo, no les quepa duda.
P.D.: Como siempre existen malpensados, aclaro explícitamente, para evitar debates absurdos en el blog, que los peones negros ni son ni serán nunca un partido político, porque en los peones negros caben todos: los del PP, los de Ciudadanos, los del PSOE o cualquiera que quiera ayudar a que se conozca la verdad del 11-M. Pero hay otros movimientos cívicos que sí han nacido para entrar en la contienda política y que ya están en marcha. Y la próxima cita electoral son las municipales. Me voy a permitir hacer una predicción: el próximo alcalde de Madrid no será Gallardón. Al igual que el próximo presidente de gobierno no será Zapatero.
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