Clara conquista: el voto femenino
El 1 de Octubre se cumplieron 75 años de una conquista republicana: el voto femenino. Una batalla ganada por una heterodoxa del centro-radical frente a la intransigencia antidemocrática de izquierdas y derechas. Recordar que el socialista Indalecio Prieto culpó a Clara Campoamor de la victoria de las derechas en 1933 sigue produciendo sonrojo. Eran tiempos en los que la tercera España tenía que luchar por lo que hoy parece evidente. Las cosas han cambiado, pero la tercera España debe seguir anticipando las evidencias del futuro.
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CLARA CAMPOAMOR: Una mujer, un voto
Por Federico Jiménez Losantos en El Mundo, 26 de abril de 1998
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A ningún político de ninguna época, a ningún diputado o representante del pueblo debe tanto la democracia en España como a Clara Campoamor. Le debemos nada menos que el sufragio universal, idea aparentemente muy admitida pero que para hacerse realidad precisa que las mujeres tengan los mismos derechos electorales que los hombres, durísima tarea que ha consumido en casi todos los países las energías de varias generaciones de mujeres y de hombres amigos de
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El abandono del trono por Alfonso XIII, tras el triunfo republicano en las grandes ciudades, llevó al Poder de la noche a la mañana a sus clientes, convertidos en Gobierno Provisional. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes y aunque el mito dice que la República dio el derecho al voto a la mujer, no fue así.
Formó parte de
La izquierda, con excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no quería que la mujer votase porque se suponía que estaba más influida por la Iglesia e iba a favorecer a las derechas. Estas tampoco lo querían pero lo apoyaban porque creían que les podía favorecer. Entonces, el partido Radical Socialista puso frente a Clara a la otra diputada, Victoria Kent, para negar el voto de la mujer aplazándolo sine die. El debate fue extraordinaio y la Campoamor arrolló. Pero no tenía mayoría. La consiguió con el apoyo de la minoría derechista, la mayoría del PSOE y algunos republicanos. Victoria Kent y los radicales trataron de ganar lo perdido mediante una enmienda constitucional, pero Clara la desbarató.
Cuando la derecha abandonó el Parlamento por la Ley de Congregaciones se hizo el último intento para impedir el voto femenino, pero la Campoamor no sólo se impuso en el debate sino que, contra pronóstico y por sólo cuatro votos, lo ganó. Apoyándose en el PSOE y en algunos republicanos de derecha, derrotó a los socialistas de Prieto y a los republicanos de su propio partido, el Radical, el Radical Socialista y el de Azaña. Prieto salió del hemiciclo diciendo que aquello era «una puñalada trapera a la República». Hubo un gran escándalo. Y cuando en el 33 la CEDA ganó las elecciones y Lerroux formó gobierno, sin ellos y con ellos, toda la izquierda le echó la culpa de su derrota a Clara Campoamor. Fue su muerte política.
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Concha Fagoaga y Paloma Saavedra, en su reedición de El voto femenino y yo, en 1981, citan una carta de Clara Campoamor en
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