El Pasado domingo, el presidente Zapatero declaraba, supongo que como reacción a la manifestación de la AVT del día anterior, que el diálogo con ETA estaba vivo, porque los terroristas llevaban ya 1.275 días sin asesinar. Siendo desde luego un dato no desdeñable, se antoja demasiado frívolo como base para una negociación con una banda terrorista. El mal llamado proceso de paz puede sustentarse en múltiples argumentos (y seguro que todos tenemos alguno en la cabeza), pero no en el simple hecho de que terroristas no maten, ya que, en realidad, esto no puede ser más que una condición indispensable: un Estado de Derecho poco tiene que negociar con un grupo terrorista si primero no hay un abandono de la armas y una decisión irrevocable (no vale con que sea “alto permanente”) de dejar de matar.
No quiero aquí criticar al actual Gobierno de España por intentar acabar con la lacra terrorista. Todos los anteriores gobernantes que han tenido la oportunidad de acabar con ETA en nuestro país, han intentado, legítimamente, aprovechar la ocasión, realizando para ello alguna de las medidas que hoy toma el Gobierno socialista. Tanto Suárez como González y Aznar (y flaco favor le hace éste último a su partido y un desprecio a sus votantes cuando pretende dar a entender que no negoció con ETA) lo intentaron, y ZP tiene el mismo derecho.
Pero también es cierto que Zapatero se encontró con un ETA arrinconada por la política antiterrorista del PP y con un pueblo unido ante la desgracia del terrorismo. Y no es quién para echar por la borda todo lo conseguido, dividiendo a quiénes se enfrentan a los violentos, y menos volviendo a sentar a los terroristas en la instituciones y permitiéndolos ejercer un pulso al Estado (cundo no un chantaje) bajo la vaga promesa de que llevan 1.275 días sin matar, y esto es mejor que volver a tener muertos.
Yo no soy matemático, y, además, ante un tema como el de ETA, la repulsión que me causan me impide ser demasiado racional. Aún así, si quisiéramos hacer una ecuación de la negociación con ETA, podríamos multiplicar el número de las víctimas que ha causado ETA por el número de días que cada uno de sus familiares no ha podido estar con ellos, y a ese resultado restar los 1.275 días que lleva ETA sin asesinar. Y nos daríamos cuenta de que ese número es realmente muy pequeño, casi irrelevante. O como se dice en matemáticas, despreciable. Vamos, 1275 días de nada.
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