Por José de Cora en El Progreso
La inesperada visita de un marciano despistado al que se le estropea el platillo y cae en el patio de casa me obliga a realizar un ejercicio de síntesis para atender su demanda de información.
Mira, marciano - le digo después de las presentaciones de rigor -, lo vas a entender enseguida. Una organización política española quiere dejar de serlo - española, no política -, pero como es ilegal, la van a legalizar para que así, desde dentro, pueda irse fuera, porque si está fuera, nunca podría marcharse de un sitio donde no está, según comentó el presidente en un corrillo con los periodistas, como quien comenta el tiempo que hace. ¿Capicci? Como estos señores han estado matando gente desde hace casi medio siglo y ahora llevan tres sin hacerlo, el Gobierno está muy contento, tanto que les va a dar todo lo que pidan mediante un sistema que se llama proceso de paz. Gracias a eso nos hemos enterado no sólo de que estábamos en guerra, sino de que la hemos perdido, lo cual es perfectamente lógico porque éramos los malos, los que actuábamos de acuerdo con la ley - casi siempre -, y los que dedicábamos mayores presupuestos a la mejora de los territorios que esos señores se quieren llevar consigo. Como uno de ellos se puso en huelga de hambre, aunque comía a escondidas, al Gobierno le entró una cagarrutia y le prometió que iba a salir más recio que una escopeta y encima, con tipito. Todo lo cual lo van a debatir el 25 de octubre en el Parlamento Europeo. Si para entonces ETA dice que no va a volver a matar, y que lo suyo es irreversible, nos explicarán a cambio lo del chivatazo, lo del ácido bórico, la mochila de Vallecas y el Skoda Fabia.
El marciano me miró con esa cara que ponen los marcianos cuando están en la luna y me dijo en correcto idioma telepático que no entendía nada y que salía pitando en busca de un taller. Ésa debe ser la Alianza de las Civilizaciones, porque al igual que el marciano, yo también estaba en la luna.
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