Reflexiones Iracundas
Tal vez algunos crean que esta anotación viene con retraso o que su leif motiv es esencialmente insultante, pero básicamente es mi opinión. Como en el caso de mi enfoque de la herética semana santa expreso, por tanto, mi nula disposición de agradar o desagradar: doy mi opinión.
Por razones que no alcanzo a recordar, tal vez estaba duchándome, pude escuchar largo rato la alocución que la COPE hizo de la visita del presidente de los cardenales, del Papa, a la española ciudad de Valencia y he de reconocer que no pude evitar reírme largo rato.
En el acto en cuestión que escuché radiar al principio hablaron matrimonios que pretendían representar a los continentes del mundo en la congregación valenciana de defensa de la familia. No recordando las palabras exactas bien podría asegurar que todos dijeron prácticamente lo mismo: la familia es importante. Semejante evidencia autoevidente fue repetida de manera cansina por todos los locutores de la COPE a modo de hallazgo. Hubo una vez un filósofo griego que afirmó preferir hallar una de las leyes causales a ser rey de Persia; los locutores de COPE y todos los congregados en Valencia (al menos todos a los que escuché opinar) renunciarían a la diadema de rey de reyes, al parecer, por su propia revelación: la familia es importante.
¡Qué gran evento, qué gran verdad! ¡La familia es importante! Expandid la buena nueva que viene de Valencia: la familia es importante. Excúsenme si les parezco reiterativo pero en verdad así lo fueron tanto la COPE como los voceros y testigos voluntarios a quiénes pude escuchar de la "Cumbre de las familias" de Valencia.
Sin ánimo de iniciar un debate de derecho canónico en el que algunos se complacen en refocilarse para desviar atenciones opino que la figura del Papa, como toda figura institucional-carismática, me produce severa desconfianza y quiénes le adulan y se postran ante ella cierto desprecio. Desprecio digo porque yo, considerándome libre, no puedo soportar a las personas que viven esclavizadas voluntariamente. Juzgo que los mayores mezquinos y viles de los hombres pueden a veces descubrirse más entre los cobardes y serviles que entre los mismos facinerosos. Es por ello que desprecio a quiénes se postran ante instituciones y desprecio a quiénes cuando eran indiferentes a alguien pasen a adorarlo cuando ostenta el poder. Por otra parte muestro mi desconfianza, como dije, por un individuo que se presume "infalible" en un mundo de falibilidad como el nuestro en el que ni el más docto de los científicos es ajeno al error. Figuras infalibles, magníficas, heróicas e invencibles pertenecen a nuestro oscuro y tribal pasado dónde los señores de la guerra y los políticos autocráticos eran elevados a la categoría de dioses. Quien delega su responsabilidad ética en una institución o una persona "infalible" muestra un comportamiento en cierto grado tribal y, desde luego, poco responsable.
Es bien sabido que la responsabilidad personal es uno de los más fastidiosos resultados de la libertad y, como dijo Shaw, esa es la razón por la que muchos hombres maldicen, y maldecirán, a la libertad. Un hombre libremente puede renunciar a su libertad embarcándose en proyectos que aspiren a suprimir la de los demás, es un hecho: hay que vigilarles. La historia del hombre, si se quiere, puede verse como una progresiva toma de responsabilidad por parte de los individuos (es por eso que las metas socialistas son esencialmente reaccionarias) y es por ello que la iglesia católica se ve a sí misma y es vista como un residuo, un remanente. La iglesia está tan convencida de su decadencia como muchos lo están de su creciente futilidad. Una sociedad de hombres responsables, de hombres libres, no precisa ir a un oscuro edificio en el que golpearse el pecho rodeado de los prohombres de ningún lugar (es curioso que Jesús hiciese hincapié en la crítica de los "beatillos" que hoy la iglesia externamente honorifica y promueve y que él conocía por fariseos). "Habéis oído que se dijo... más yo os digo ahora" es la máxima que mayor gloria concede al cristianismo como la mejor religión hallable en el mundo conocido. El cristianismo acepta el cambio, el cristianismo es cambio; el propio Jesús estableció que hay una comunicación directa entre Dios y nosotros, entre nuestra conciencia y nosotros al decirnos que podíamos hablar con Dios en cualquier lugar. Jesucristo aparentemente quería hombres responsables y que no se escondiesen en manadas o sectas cuando dijo que echásemos el pestillo de la habitación y hablásemos con Él. La iglesia sin embargo, justificada por un solo y sospechoso pasaje del Nuevo Testamento, nos dice que el descendiente de Pedro (el presidente de los cardenales en la actualidad) es un tipo infalible al que hay que obedecer y seguir borreguiles al mismo tiempo que nos advierte, ya de antiguo, que le espera la condenación a quien no siga los ritos y acuda a las reuniones de la iglesia, ese ente temporal. Las faltas en el reglamento de una institución son faltas contra Dios... ¿menudo retroceso desde el mensaje jesuítico, no?
La ausencia de crítica suele ser el peaje a pagar por la renuncia de la responsabilidad. Aquél que suple tu responsabilidad, ya sea en el discurrir o en el batallar, exigirá siempre una total ausencia de crítica. Una condición necesaria para el acriticismo es, en cierto modo, o bien la inmoralidad o bien la estupidez. Digo esto porque la vida es una perpetua crítica de la situación presente, eso se llama evolución. Cuando nos negamos a criticar o nos incapacitamos mentalmente para criticar nos convertimos en fanáticos o estúpidos, nos ponemos en manos de otros.
Sin duda entre los miembros de la COPE que radiaron el encuentro de las familias en Valencia habría estúpidos, los hay en todas partes, y sin duda también habría fanáticos. La distinción entre el fanático y el estúpido sólo podría hacerla conociendo a esos individuos en persona, pero como no me es posible les denominaré sencilla y benevolentemente como "acríticos". Éstos mostraban súbita admiración rayana en el éxtasis intelectual cada vez que un señor subía al estrado a decir cosas como: "el hombre no es posible sin la familia y la familia no es posible sin el hombre". Todas, absolutamente todas las frases que pude escuchar eran una variante sintáctica de la anterior y con todas, absolutamente todas, los locutores COPE hacían un parón reflexivo diciendo: "esto que ha dicho menganito es muy importante". Comentarios serviles para palabras vacías.
Yo comprendo que se exija que no se violente a la familia pero, sinceramente, no encuentro razones para pedir "que se defienda" o fomente la familia. Entre otras cosas porque el fomento de la familia ya sabemos de dónde procedería y la defensa de la familia se me antoja absurda. La familia es un concepto que se defiende a sí mismo precisando sólo de un marco jurídico de convivencia exacto al destinado a los individuos. Como estableció George Orwell en "1984. El gran hermano" la única vía posible para la supresión de la familia, viejo sueño totalitario, sería la supresión del orgasmo. Sé que la iglesia no aceptaría nunca esta sexual salvaguarda, pero no deja de ser curiosamente cierta. La sexualidad misma determina la unión entre hombres y mujeres y podemos por ello afirmar que el hombre, en su versión sedentaria, es familiar en esencia y no por convención. ¿Se podría realizar una ley contra la esencia misma del hombre? Por poder se podría y yo me enfrentaría a ello con toda mi energía, pero eso no ha sucedido en España y dudo que suceda. En cuanto al resto del mundo, creo que el matrimonio es el que es, sujeto a distintas reglas pero siempre existente de un modo u otro. Y atención a ese resto del mundo, a esas culturas, que admiten fórmulas matrimoniales que no coinciden con la cristiana y que por tanto hacen petulante y falacídico ese discurso de la iglesia y sus pebostes que nos dice que el matrimonio es "en esencia" una unión de un hombre y una mujer. Habríamos, por tanto, de pedir una libertad mayor del concepto matrimonial como realidad contractual que es en lugar de unirnos a defensas de la familia que en realidad son defensa de una mera opinión, una mera opción.
Por tanto, y tristemente, he de darles un bonito 0, una calabaza, a los locutores serviles y arrastrados de la COPE que mostraron no sólo su acriticismo sino su aparentemente ilimitada disposición a arrastrarse y babear los suelos que pise el señor Joseph Raztinger: único hombre infalible de la tierra. Da igual lo que haga el Papa para esos hombres, da igual que niegue el libre albedrío dejado a los hombres por el Dios cristiano en un arrebato sentimental y de obligada sobreactuación (como alemán que ha combatido en cierto ejército) en Auswichtz: es infalible, unerring, unfehlbar, infaillible, infalível...
Papistas...
"Mi mente es mi propia iglesia" Thomas Paine dixit.
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