El conservadurismo español, frente a sus contradicciones: boda gay en el PP (Noches confusas)
Todo por una palabra. El partido que supuestamente representa el nada estrecho arco entre el conservadurismo, el tradicionalismo católico y el liberalismo, aceptaría la expresión uniones civiles pero no desea, y parece ser que por eso recurre la ley que lo permite, la expresión matrimonio para la forma jurídica que dos personas del mismo sexo empleen para dar vínculo legal a su organización de la vida.
¿Es tanto una palabra? ¿No se ha resuelto el problema en el Reino Unido dando nombres diferentes y prácticamente mismos derechos y obligaciones? ¿No dejaríamos la cuestión resuelta sin tensiones sociales de esta forma y todos tan felices en esta democracia espléndida? Dicen que fue el malvado Zerolo el que convenció a Zapatero de que no llamar de la misma forma a distintas maneras de entender el amor seguiría perpetuando una forma de discriminación, no permitiendo una verdadera igualdad frene a las decisiones privadas de los individuos.
Mi alma practicista, la del gobernante prudente, me diría que probablemente la población hubiera encajado perfectamente la solución "dos palabras mismos, o cuasi-iguales, derechos". Es más, puede que a la población homosexual le hubiera bastado si nadie se lo recuerda. Y sin desgaste político. Por otro lado, mi sentido de igualdad ante la ley y convicción de que la moral sexual y afectiva es un asunto privado, me dice que "una sola palabra, mismos derechos" es lo justo.
Pero la madre del cordero para el conservadurismo español es saber cómo conduce el Partido Popular este debate. Estos son aspectos de conciencia, en los que los partidos conservadores de los nacionalistas periféricos suelen dejar libertad de elección a sus cargos electos a la hora de votar. No creo recordar que fuera así en el PP: si lo fue me lo corrigen, se lo ruego. En todo caso, que el PP adopte como una posición fundamental su oposición a la denominación matrimonio de las uniones entre parejas del mismo sexo no parece producto de un debate ideológico intenso entre las bases del partido, no parece que los sectores partidarios de una visión liberal (yo creo que es así) de las relaciones personales estén dispuestos a dar una batalla ideológica en el seno de su partido. Como no veo otras batallas ideológicas que deberían plantearse con toda su crudeza por los sectores liberales: en eso consiste un partido y la democracia, no en un monolito donde no se discrepa.
La identificación "principios morales del catolicismo-partido popular" que quedaría perfectamente encarnada en las manifestaciones por la familia (o una versión de) y en las decisiones políticas que se toman en la forma de votar estas leyes o en la forma en que se deciden recurrir, dejan un partido con poco margen para sectores no identificados con la democracia cristiana. Que tras un debate el PP decidiera que es lo que es, no tiene nada de malo, a mí me gustaría claridad para saber si puede ser la casa adecuada para otros que no se sienten bien con los partidos de la llamada izquierda.
El temor de los católicos a que otros hagan vidas diferentes con denominaciones que ellos no desearían oculta, en mi opinión, una inseguridad extraña frente a sus propias convicciones y su capacidad para instruir a sus hijos en esas normas: si tanta fe tienen y tan cristianamente hacen su vida cotidiana ¿en dónde reside el miedo? ¿a la duda? ¿a la impregnación o al ejemplo indeseado? La convicción "mi moral ha de ser la moral de todos a la vez" y la reticencia a que cada une tome sus decisiones personales libre de condicionamientos me parece que es la verdadera asignatura pendiente de lo que podríamos denominar conservadurismo español.
Pequeño apunte: mientras, parece que estos aspectos de virilidad mal resuelta siguen dando que hablar: "Me llamaron maricón y me dieron un puñetazo en el ojo".
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La incoherencia es del PP, no de Gallardón (Si Rajoy fuera liberal)
Algunas voces dentro del PP han criticado al Alcalde de Madrid por oficiar una boda entre dos homosexuales dándose la circunstancia que uno de ellos es militante del PP.
Si mal no recuerdo cuando se promulgó la ley de bodas homosexuales las críticas de los populares giraban entorno a dos elementos: la denominación de ‘matrimonio’ que reservaban a las uniones heterosexuales y la cuestión de la adopción.
Alguién como yo, que defiende la liberalización de las uniones matrimoniales o de hecho, no puede estar más ofuscado. El Estado debería tratar el matrimonio como lo que es, un contrato entre diversas partes. De esa manera no se explica por qué un hombre puede cotizar para la pensión de su pareja pero no para la de su hermano o su amigo si así lo desea. Ya dediqué un post hace tiempo a la alternativa liberal al matrimonio homosexual.
Desde esa óptica liberal se pueden comprender las dos objeciones presentadas por el PP. Pero dichas objeciones no entran a cuestionar la existencia de uniones entre homosexuales y por tanto no se entiende la polvareda levantada por el acto protagonizado por Gallardón. O nos mintieron antes o ahora están haciendo el ridículo.
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Gallardón y la conciencia (Noches confusas)
Gallardón, en su estilo desafiantemente reservado ha dicho, y no miente, que lo único que hace es "aplicar la ley". Prestos, los sacerdotes de la iglesia de Roma y los sacerdotes del partido han apelado a supuestas obligaciones que concurren en la persona del Alcalde y que deben ser acatadas: para los romanos, la doctrina de la iglesia, obliga a los políticos católicos. Bien, es cosa de ellos, de los católicos, si un señor no sigue el precepto no debe serlo, a nadie debería importarle.
Dos (quizá, tres) observaciones me permito hacer. Primera: ¿es Gallardón un objetor de conciencia? ¿Actúa así porque verdaderamente cree que la ley es justa o es un acto calculado de desafío al partido, un intento de posicionarse frente a un electorado que presuntamente no es el suyo? Segunda: una persecución así al disidente y una determinación tan clara de asumir los postulados de la iglesia católica como agenda política, imponiéndose el resultado a los militantes en un asunto en el que debe prevalecer la conciencia indovidual, deja al Partido Popular en una posición clara: un partido muy conservador y de ideario católico, verdaderamente muy alejado de una posición verdaderamente liberal. Es legítimo, pero gente como yo quisiera que nos lo confirmaran, o que los que dentro de ese partido no piensan así discutieran que se trata de otra cosa. ¿Es esto de Gallardón la forma de hacerlo?. Más que nada para que los que somos como yo querramos votarle. Debería importarles que gente como yo quiera votarles. Perdón por lo presumido. Me parece que Miguel Sebastián ya sabe cosas como ésta.
Voy a cometer un acto de ingenuidad calculada: quisiera ver a un tipo como Gallardón, un personaje al que no me termino de creer, convertirse en un símbolo de las libertades civiles y un abanderado de la lucha porque la denominada derecha española sea capaz de dejar libre la conciencia de sus militantes para resolver aspectos que sólo le atañen a ella: es lo mismo que hace la curia al pedir al político católico que actúe conforme a lo que su conciencia debería ser. Pero ¿qué sucede si no es católico o disiente de las opiniones de la jerarquía eclesiástica? ¿No tiene derecho a su conciencia? Vale lo mismo para el partido, piensa uno.
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Revueltas populares (Noches confusas)
Quejándome, entre comillas, como me he quejado estos días de que no hubiera o pareciera haber en el Partido Popular gente que mostrara su oposición a la línea más conservadora del partido, un comentarista de esta página decía con tino: "...tal vez se equivoque. Sólo el hecho de casarse públicamente dos gays peperos ya me parece una forma de presionar al partido."
El País, donde les gustan estas cosas de ver cómo su enemigo favorito se desangra interiormente, publica hoy su forma de ver el incidente Gallardón sacando unos trapos sucios que podrían mover a cierta esperanza (no Aguirre, seguramente) de ver una catarsis ideológica y de contenidos en ese partido que todavía no ha hecho su limpieza ni su crítica interna a sus años de bastante buen gobierno y muy poca astucia de futuro.
Cosas que servidor ignoraba:
Durante la tramitación de esta ley en el Congreso se produjo una agria discusión en una reunión interna del Grupo Parlamentario Popular. Rajoy, de forma implícita, no había puesto objeción a que algunos de sus parlamentarios se ausentaran, sin hacer de ello bandera, en la primera votación que tuvo esta ley en el Congreso. Tenían que pagar la multa habitual en caso de ausencia injustificada, pero nada más. Ahora bien, tras la disputa que se produjo en una reunión del Grupo Parlamentario después de que, entre otros, el jefe de gabinete de Rajoy, a título personal, mostrara su rechazo a la posición oficial del partido, el líder popular hizo una llamada al orden y sólo hubo un voto popular discrepante en la última votación de esa norma: el de
Por mucho que sea el éxito y la presencia multitudinaria de personas y personas en las celebraciones del papa de Roma, no hay retorno posible al gobierno si no se acentúa una agenda mínimamente liberal, una agenda que, dicho con todo respeto, deje a las sacristías a lo suyo. Astucia y tolerancia en el tratamiento territorial, libertad de conciencia, liberalización económica y religión para la vida privada.
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