No creo que exista en el mundo occidental mayor medida mediática o mejor medida populachera de lo bueno o lo malo que lo que haga o deje de hacer EEUU o, en su caso, Israel. Basta echar un vistazo a la hemeroteca de este verano pasado para ver la rápida, meteórica vuelta de tortilla informativa de lo acaecido en Oriente Próximo, una vuelta de tortilla en la que casi todos los periodistas patrios junto con esa manada de lobos con piel de cordero del Islam “moderado” trabajaron esforzadamente. Lo que comenzó con una agresión (unos señores organizados y armados entran en tu territorio nacional y matan a casi una decena de soldados y secuestran a otros) que no se podía esconder (como el 11-S) rápidamente se emborronó con columnas y columnatas de supuestos expertos en Oriente Próximo tituladas de la guisa “Tal para cual”, “David contra Goliath”, etc, etc... Me supuso un gran esfuerzo no escribir en su momento sobre ello, pero las vacaciones son las vacaciones. Y digo esfuerzo porque resulta verdaderamente lamentable ver cómo y a qué escala se jaleaba la mentira, el bulo y la jerigonza anti-israelí desde periódicos y cadenas televisivas. Los datos nunca fueron precisos y en lugar de darlos objetivamente, los “reporteros” se dedicaban a obsequiosas figuras poéticas relacionadas con la devastación; se nos hablaba de “barrios enteros” derruidos y se nos hablaba de ataques indiscriminados cuando los propios israelíes les pasaban imágenes de sus ataques, todos de precisión casi absoluta(los informadores se burlaban de las imágenes de ataques quirúrgicos como si de una muestra de humor negro y sadismo de los israelíes se tratara). Se nos hablaba asimismo de “muertos civiles” cuando los terroristas de Hizbullah se esconden, mueven y visten precisamente como civiles. Se nos decía desde algunos medios extremadamente afectos a cuánto sea antiamericano o antiisraelí que Israel “asesinaba” a víctimas colaterales de sus ataques a Hizbullah pero que ésta “atacaba” las ciudades israelíes; no se nos transmitía, por tanto, el mensaje esencial: que Israel atacaba a un grupo terrorista que se esconde entre civiles intentando minimizar, con mejor o peor suerte, el daño a dichos civiles y que Hizbullah buscaba precisamente matar a la población civil israelí. Viendo y leyendo a nuestros periodistas en verdad daba la sensación de que Hizbullah se defendía de una agresión ilegítima o lo que es peor: daba la sensación de que se estaba jaleando a dicha organización islámica (entre otras cosas porque durante todas las semanas de bombardeos e incursiones iniciales y no tan iniciales se nos daban las noticias de Hizbullah sin pasar por el filtro, se nos decía en definitiva que Hizbullah repelía a los invasores israelíes y se presentaban dos o tres muertos en el bando judío como si fuese la aniquilación de un cuerpo de ejército.) Un espectáculo lamentable del que habremos de dar cumplido comentario por su iniquidad, su estupidez y su suicida locura.
Líbano y Occidente: ¿un suicidio con moraleja?
vía Reflexiones Iracundas
No creo que exista en el mundo occidental mayor medida mediática o mejor medida populachera de lo bueno o lo malo que lo que haga o deje de hacer EEUU o, en su caso, Israel. Basta echar un vistazo a la hemeroteca de este verano pasado para ver la rápida, meteórica vuelta de tortilla informativa de lo acaecido en Oriente Próximo, una vuelta de tortilla en la que casi todos los periodistas patrios junto con esa manada de lobos con piel de cordero del Islam “moderado” trabajaron esforzadamente. Lo que comenzó con una agresión (unos señores organizados y armados entran en tu territorio nacional y matan a casi una decena de soldados y secuestran a otros) que no se podía esconder (como el 11-S) rápidamente se emborronó con columnas y columnatas de supuestos expertos en Oriente Próximo tituladas de la guisa “Tal para cual”, “David contra Goliath”, etc, etc... Me supuso un gran esfuerzo no escribir en su momento sobre ello, pero las vacaciones son las vacaciones. Y digo esfuerzo porque resulta verdaderamente lamentable ver cómo y a qué escala se jaleaba la mentira, el bulo y la jerigonza anti-israelí desde periódicos y cadenas televisivas. Los datos nunca fueron precisos y en lugar de darlos objetivamente, los “reporteros” se dedicaban a obsequiosas figuras poéticas relacionadas con la devastación; se nos hablaba de “barrios enteros” derruidos y se nos hablaba de ataques indiscriminados cuando los propios israelíes les pasaban imágenes de sus ataques, todos de precisión casi absoluta(los informadores se burlaban de las imágenes de ataques quirúrgicos como si de una muestra de humor negro y sadismo de los israelíes se tratara). Se nos hablaba asimismo de “muertos civiles” cuando los terroristas de Hizbullah se esconden, mueven y visten precisamente como civiles. Se nos decía desde algunos medios extremadamente afectos a cuánto sea antiamericano o antiisraelí que Israel “asesinaba” a víctimas colaterales de sus ataques a Hizbullah pero que ésta “atacaba” las ciudades israelíes; no se nos transmitía, por tanto, el mensaje esencial: que Israel atacaba a un grupo terrorista que se esconde entre civiles intentando minimizar, con mejor o peor suerte, el daño a dichos civiles y que Hizbullah buscaba precisamente matar a la población civil israelí. Viendo y leyendo a nuestros periodistas en verdad daba la sensación de que Hizbullah se defendía de una agresión ilegítima o lo que es peor: daba la sensación de que se estaba jaleando a dicha organización islámica (entre otras cosas porque durante todas las semanas de bombardeos e incursiones iniciales y no tan iniciales se nos daban las noticias de Hizbullah sin pasar por el filtro, se nos decía en definitiva que Hizbullah repelía a los invasores israelíes y se presentaban dos o tres muertos en el bando judío como si fuese la aniquilación de un cuerpo de ejército.) Un espectáculo lamentable del que habremos de dar cumplido comentario por su iniquidad, su estupidez y su suicida locura. “Si alguna religión tiene el poder de imponerse en Inglaterra, si no en Europa, en los próximos cien años, esa podría ser el Islam” George Bernard Shaw dixit.
No creo que exista en el mundo occidental mayor medida mediática o mejor medida populachera de lo bueno o lo malo que lo que haga o deje de hacer EEUU o, en su caso, Israel. Basta echar un vistazo a la hemeroteca de este verano pasado para ver la rápida, meteórica vuelta de tortilla informativa de lo acaecido en Oriente Próximo, una vuelta de tortilla en la que casi todos los periodistas patrios junto con esa manada de lobos con piel de cordero del Islam “moderado” trabajaron esforzadamente. Lo que comenzó con una agresión (unos señores organizados y armados entran en tu territorio nacional y matan a casi una decena de soldados y secuestran a otros) que no se podía esconder (como el 11-S) rápidamente se emborronó con columnas y columnatas de supuestos expertos en Oriente Próximo tituladas de la guisa “Tal para cual”, “David contra Goliath”, etc, etc... Me supuso un gran esfuerzo no escribir en su momento sobre ello, pero las vacaciones son las vacaciones. Y digo esfuerzo porque resulta verdaderamente lamentable ver cómo y a qué escala se jaleaba la mentira, el bulo y la jerigonza anti-israelí desde periódicos y cadenas televisivas. Los datos nunca fueron precisos y en lugar de darlos objetivamente, los “reporteros” se dedicaban a obsequiosas figuras poéticas relacionadas con la devastación; se nos hablaba de “barrios enteros” derruidos y se nos hablaba de ataques indiscriminados cuando los propios israelíes les pasaban imágenes de sus ataques, todos de precisión casi absoluta(los informadores se burlaban de las imágenes de ataques quirúrgicos como si de una muestra de humor negro y sadismo de los israelíes se tratara). Se nos hablaba asimismo de “muertos civiles” cuando los terroristas de Hizbullah se esconden, mueven y visten precisamente como civiles. Se nos decía desde algunos medios extremadamente afectos a cuánto sea antiamericano o antiisraelí que Israel “asesinaba” a víctimas colaterales de sus ataques a Hizbullah pero que ésta “atacaba” las ciudades israelíes; no se nos transmitía, por tanto, el mensaje esencial: que Israel atacaba a un grupo terrorista que se esconde entre civiles intentando minimizar, con mejor o peor suerte, el daño a dichos civiles y que Hizbullah buscaba precisamente matar a la población civil israelí. Viendo y leyendo a nuestros periodistas en verdad daba la sensación de que Hizbullah se defendía de una agresión ilegítima o lo que es peor: daba la sensación de que se estaba jaleando a dicha organización islámica (entre otras cosas porque durante todas las semanas de bombardeos e incursiones iniciales y no tan iniciales se nos daban las noticias de Hizbullah sin pasar por el filtro, se nos decía en definitiva que Hizbullah repelía a los invasores israelíes y se presentaban dos o tres muertos en el bando judío como si fuese la aniquilación de un cuerpo de ejército.) Un espectáculo lamentable del que habremos de dar cumplido comentario por su iniquidad, su estupidez y su suicida locura.
por Lugo liberal el 8/31/2006 06:27:00 p. m.
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