El pasado domingo, Pedro J. Ramírez decía en su artículo dominical que tenía el convencimiento de que "miembros de los aparatos policiales y servicios del Estado" habían participado "si no en la comisión del atentado, sí desde luego en su distorsión al servicio de objetivos políticos". Este martes, El Mundo desvela que Suárez Trashorras contó a casi una decena de agentes de las Fuerzas de Seguridad que El Chino era amigo de los dos etarras detenidos en Cuenca con 500 kilos en la caravana paralela a del 11-M.
Sólo seis días después del atentado de Madrid, el ex minero y confidente José Emilio Suárez Trashorras contó a ocho miembros de las Fuerzas de Seguridad que Jamal Ahmidad, conocido como El Chino o Mowgli, era "amigo" de los etarras Irkus Vadillo y Gorka Vidal. Estos dos terroristas fueron detenidos el 29 de febrero por
Según El Mundo, Trashorras dio está información ante ocho agentes de las Fuerzas de Seguridad. Entre ellos, el inspector de Avilés, Manolo García (el conocido Manolón), y el teniente coronel 'Francisco' del Centro Nacional de Inteligencia. Al día siguiente, y tras las gestiones de los investigadores con los responsables policiales de Madrid, se tomó la decisión de detener a Trashorras. El ex minero dejó de colaborar con
Transporte de explosivos (Por Luis del Pino):
· Los explosivos fueron suministrados por un confidente de la policia y transportados por unos mercenarios del hampa que estaban estrechamente vigilados (muchas de sus conversaciones estaban siendo grabadas).
· El confidente policial que suministra los explosivos (Trashorras) habla con su controlador justo antes y justo después de entregada la mercancía.
· Pudiendo haber vuelto cómodamente a Madrid por autopista, el transporte de los explosivos se realiza internándose en un temporal de nieve y subiendo el puerto del Escudo con un coche cargado de dinamita. La caravana de la muerte termina empleando una ruta exactamente paralela a la de la caravana de ETA que acababa de ser interceptada en Cañaveras.
· El transporte de los explosivos se realiza utilizando como lanzadera un coche robado, con matrículas falsas y sin papeles, conducido por un marroquí que exhibe un pasaporte belga y habla en español cuando lo detiene
· Al ser interceptado por
· Cinco de los seis marroquíes que intervienen en esta operación acaban muertos en Leganés. El único que queda con vida es Otman El Gnaoui.
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