No soy conservador en el sentido de pretender mantener privilegios o el orden establecido. Defiendo para todos la libertad de oportunidades de la que he disfrutado. El mundo de la reproducción social no es mi mundo. No soy, pues, conservador, pero, como dice Walter Benjamin, hoy la Revolución no es la locomotora que arrastra el tren de la Historia, sino la mano que tira de la señal de alarma porque el tren va en mala dirección. Creo en la necesidad de frenar, de ralentizar ciertos procesos, de conservar cosas que son las que garantizan que pueda surgir lo que es nuevo, que permiten salvar el mundo y la belleza. Para mí esa es una perspectiva revolucionaria.[...]
entre los jóvenes y adolescentes que quemaban coches, bibliotecas, guarderías y escuelas no había mujeres y la gran mayoría era negra o de origen norteafricano. Es una mera constatación y es difícil no hacerla. Yo no digo que los disturbios fuesen étnicos ni que estemos ante una guerra de civilizaciones, no saco ninguna conclusión esencialista del tipo "dado que la mayoría de vándalos eran negros o de origen norteafricano, eso significa que africanos y norteafricanos son así", pero la gente que niega la existencia del componente étnico de los disturbios son los mismos que proponen soluciones étnicas a lo que ellos llaman un disturbio social. ¿Qué soluciones? Instaurar la discriminación positiva y reescribir los libros de Historia.[...]
El comercio de esclavos es un crimen y el motor de la colonización no era mejorar el nivel cultural de los colonizados. Pero eso no impide precisar que el tráfico esclavista ha sido realizado por blancos, por árabes o por negros, tal y cómo explica Olivier Pétré-Grenouilleau, que ha puesto de relieve que la trata de esclavos fue incluso más importante en la costa oriental de África que en la occidental. Su libro le ha supuesto una denuncia ante los tribunales del MRAP (movimiento antirracista), que no admite la complejidad de la Historia, que desea que el comercio de esclavos sea equiparado a la shoah, a pesar de la evidencia de que el esclavo era un producto del que se esperaba sacar un beneficio y el exterminio no podía, pues, ser el objetivo primero y principal. En mi libro Le juif imaginaire (1980) hablaba de que nadie tiene derecho a proclamarse heredero de las víctimas de la shoah. Mis abuelos murieron en Auschwitz, pero eso no me autoriza a presentarme como víctima y a pedir reparación. Estoy contra la manera en que se enseña lo que fue la shoah, estoy contra el turismo escolar a Auschwitz y estoy contra las leyes que especifican cómo hay que enseñar en clase el esclavismo o la colonización. En su día, Tocqueville habló del peligro de la "tiranía de las mayorías", pero ahora el peligro es de una "tiranía de las minorías".[...]
son sobre todo las figuras eminentes de las ciencias sociales francesas las que más tienden a negar la realidad! Las ciencias sociales francesas siguen siendo roussonianas, sólo admiten las causas sociales como origen del mal. Además, según ellos, los alumnos tienen un mejor dominio de la lengua y no hay violencia en la escuela. La realidad les desmiente, pero no importa: prefieren el informe del experto a la experiencia. Otros prefieren hablar del formidable potencial de la sociedad multirracial y no piensan que puede degenerar en una sociedad multirracista. Es como el elogio sistemático de lo multicultural que, a menudo, es sinónimo de carencia de cultura. Hay que restaurar el nivel de exigencia, recordar que la escuela republicana es humanista, es decir, en ella la finalidad es aprender, no encontrar trabajo o ganar dinero para comprarse un coche.[...]
yo comparto la idea de Hannah Arendt de que no existe libertad de opinión si no se sabe mantener la diferencia entre hechos y opiniones. Internet es el manicomio planetario, todo el mundo habla, todo el mundo expone su discurso pero no se cruza con el de los demás. La libertad de opinión son discursos distintos sobre un mismo relato, no una infinidad de relatos sobre un mismo hecho.
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1 comentario:
El Pais desentona en este estupendo blog.
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