Blog de Arcadi Espada el 22/12/2005
Los responsables principales de la Ley Audiovisual que el 90% aprobó ayer no son los políticos, sino una buena parte, una inmensa parte, de los periodistas catalanes. Ellos han colaborado activamente, durante más de dos décadas, en la atenuación de la libertad que ha caracterizado el debate político y civil de Cataluña. Gentes igual de silenciosas cuando el president Pujol mandaba entrevistas a La Vanguardia (en sobre cerrado: preguntas y respuestas incluidas) que cuando los medios públicos bajo el control de la Generalitat diseñaban un patrón catalán del mundo cuya característica más marcada era la ficcionalidad, vulgo la mentira. Gentes impasibles, recientemente impasibles, cuando la dirección del diario Avui (un diario con capital público) permitía que se publicara un artículo donde se llamaba al exterminio de los integrantes de Ciutadans de Catalunya. Los periodistas catalanes, ¡qué oxímoron! No es extraño que hayan sido los grandes puntales de la ley y los primeros en festejar el informe sobre la cadena Cope. Ningún mal los acecha. Su relación con la verdad es tan relativa que deben de sentirse muy felices de que por fin un ministerio se encargue de ella. ¡Menos trabajo! En realidad menos trabajo ha sido siempre la divisa oculta, la razón secreta y la peor consecuencia de su ínclita corrupción moral. Los periodistas catalanes. Ahí está su Colegio “celebrando” el dictamen del Cac. Qué hermosa metáfora. El Colegio está dirigido, desde hace días, por el defensor del lector de El País, el periodista Sebastián Serrano. Mientras el Colegio lo celebra, el editorial de El País, firme y cierto de arriba abajo, concluye: “El camino emprendido por el Parlamento catalán al dotar de tan amplias capacidades al Cac es extremadamente preocupante y peligroso”. ¡Qué habríamos hecho en nuestra ya de por sí pequeña y triste vida sin los diarios de lo que llaman Madrid! Sin el mercado de Madrid. Sin la ley de Madrid. Madrid, qué vachaché.
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