Si algún día las izquierdas españolas recuperaran la conciencia tendrían, tendríamos, que golpearnos el pecho como posesos y proclamar públicamente nuestra vergüenza e indignidad por haber maltratado a un ser como don Julián Marías, mucho mejor, más honesto, más luchador, más demócrata, más honrado y más limpio que todos nosotros.
Don Julián, y el cronista, además de leerle, siguió algunos de sus ciclos de históricas conferencias sobre filosofía, sobre España y sobre Ortega y Gasset, era un republicano esencialmente sabio y bueno, que siempre fue visto como extraño y maldito por el franquismo: era un peligroso liberal sin más amo que su conciencia.
Pero la izquierda fue, seguramente, peor con él, a pesar de haber sido el último amigo y la última compañía antes de su muerte de Julián Besteiro, aquél prototipo del PSOE verdaderamente humanista, que ahora hubiera visto con vergüenza, parecida a la que vivió en distintos momentos de la República y de la Guerra Civil, a donde ha llegado a caer su Partido.
Don Julián Marías, uno de los grandes pensadores europeos ya en la República, sufrió con el franquismo cárcel, persecuciones, exilio que él no veía como expulsión, sino como camino para enseñar en grandes cátedras americanas, como Yale, mientras le cerraban las cátedras de las universidades españolas. Puertas cerradas por mediocres a este gran metafísico, escritor, fotógrafo, amante del cine, en realidad polígrafo, sabio absoluto.
A don Julián lo rechazaban las universidades españolas porque nunca quiso firmar la adhesión a los Principios del Régimen – que sí suscribieron tantos profesores a los que admirábamos como demócratas--, y hasta le boicotearon su tesis doctoral.
Sin embargo, él nunca pronunció una palabra contra todos aquellos que tanto le dañaron, franquistas y antifranquistas, y después, a pesar de seguir siendo republicano, el rey Juan Carlos supo convencerlo para que fuera senador real de los que ayudaron a crear nuestro régimen de libertades.
La izquierda, en los años 1960 y 1970 lo despreciaba. Quienes siendo de izquierdas comprendíamos sus sentimientos amistosos hacia EE.UU., porque habíamos conocido, estudiado o vivido en aquél país, fuimos cobardes por ser incapaces de decir que tenía razón.
Callamos y dejamos correr la idea de que su amor por una democracia como la norteamericana quizás se debiera a que podía ser un agente del Imperio. El cronista tuvo ocasión de desmentir aquella idea en algunos círculos influyentes de la izquierda, cuando los acusadores y acosadores de don Julián no ocultaban su admiración por la URSS, por Fidel Castro, por Mao Zedong, por las horribles tiranías que el cronista conocería después. Pero no lo hizo por miedo, precisamente, a ser acusado de lo mismo que él.
El cronista se avergüenza ahora, porque en aquellos años fue incapaz de revolverse contra aquella izquierda que era una dictadura dentro de la dictadura, en la que toda idea fuera de la ortodoxia se suponía que tenía que proceder de un agente del imperialismo.
Pobre don Julián, cuánto daño le hicimos silenciándolo y despreciándolo, cuando él estaba más cerca de una izquierda sana y honesta procedente de un humanismo cristiano algo anglosajón y precursor del Vaticano II, más humano, justo y limpio, que del materialismo que nos parecía el principio y el fin del pensamiento racionalista.
Ha muerto un gran hombre, y cuando se homenajea a seres inmundos que participaron en matanzas, y a los que alguna vez admiramos por ignorancia, los que nos hemos ido del circuito miserable de la política oportunista sentimos desprecio de nosotros mismos.
Por haber sido injustos durante tanto tiempo con los hombres buenos como don Julián Marías, aunque hayamos tratado de enmendarlo tardíamente, ya en democracia, y por seguir aceptando que se presente a los malvados como a seres honorables
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4 comentarios:
El arrepentimiento es la aurora de la virtud (Karamzine)
La Providencia de Dios tiene sus tribunales en la Tierra (Camilo Castelo Branco)
Castellanos largos en facellas, cortos en contallas
Don Manuel Molares do Val, Cronicas barbaras, sabio análisis de la actualidad
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