Carlos Luis Rodríguez: “El primer detalle de la algarada es que los extremistas estaban dentro mientras que la Policía permaneció fuera del recinto. Prevaleció un criterio según el cual la entrada de agentes del orden en la facultad hubiera sido un atentado contra la autonomía universitaria, en tanto que la presencia de ultras era compatible con ella. [...] Es como si uno invita a una persona a su casa, aparecen dentro unos maleantes, y entonces, para evitar males mayores, se le pide que salga por la azotea. [...] Quien quedó humillada de verdad no fue esta heroína del País Vasco, sino la institución universitaria. No pudo impedir que los violentos tomaran sus instalaciones, no es capaz de echarlos, no llama a la Policía para que los identifique o los detenga, no garantiza que un acto programado por la propia facultad se desarrolle con normalidad, y sugiere además que la libertad de expresión salga por la puerta de atrás” … sigue en El correo gallego
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