Hablando no siempre se entiende la gente (ni con sonrisaz)

Santiago González: La Cumbre Iberoamericana de Santiago ha demostrado los límites del buenismo. De nada le valió al presidente español acudir con la chequera lista frente a un tipo como Chávez. De nada valía que en su defensa institucional del expresidente Aznar (que la hizo) se apreciara un cierto acuerdo de fondo que era imposible en las formas:
"Se puede estar en las antípodas de su pensamiento. No seré yo el que esté cerca del ex presidente Aznar, pero fue elegido por los españoles. Exijo respeto".
Razonamiento análogo cabría para defender al propio Chávez y a Hitler. ¿Puede el presidente del Gobierno español defender a su antecesor desde una implícita comunidad de valores con un dictador como Chávez? Los fascistas belgas se oponían a los nazis con parecida determinación:
"Que sea la última vez que ponéis vuestras sucias manos sobre nuestros sucios judíos."
El presidente español debió enfocar su intervención justo al revés: manifestarse en las antípodas de Chávez, un golpista, y en una sintonía elemental con Aznar, un demócrata. Fue el Rey quien hizo un gesto fuera de todo protocolo, pero que se correspondía con el momento:

¿Por qué no te callas?
Moratinos explicó después que esto es intolerable, pero no va a tener consecuencia alguna.

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