La última Garzonada

Por Isabel San Sebastián en El Mundo. No le falta razón al nacionalismo vasco cuando denuncia la maniobra electoral que se esconde tras la detención de toda la dirección batasuna por orden de Baltasar Garzón. El juez más camaleónico de la Audiencia Nacional acude una vez más en auxilio del poder, como es vieja costumbre en él, y proporciona a Zapatero la foto impagable de esa recua de facinerosos camino de la prisión. ¿Cabe argumento de más peso contra quienes le acusamos de ser blando con el terror?
En mayo de 2006 el titular del Juzgado de Instrucción número 5 se mostraba públicamente «optimista» respecto del «proceso de paz» y declaraba que «el juez no es ajeno a lo que sucede a su alrededor» y debe «pulsar cuál es la situación y trabajar en ese sentido». En coherencia con este razonamiento, en agosto revocaba una decisión de su compañero Grande Marlaska, quien le había sustituido durante su estancia en EEUU, y autorizaba, con el beneplácito de la Fiscalía encabezada por Javier Zaragoza, que Otegi actuara como portavoz de la ilegalizada Batasuna en un foro de Barcelona. De igual modo, permitía la celebración de una reunión entre el citado cabecilla etarra y el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, al considerar que dicho encuentro estaba fuera del ámbito de la suspensión de actividades de la citada formación proscrita. Vamos, que se veían como dos amigotes para hablar de fútbol, al margen de sus responsabilidades políticas.
En enero del año en curso (o sea, después de los asesinatos de la T-4 pero antes de la ruptura formal de la tregua-trampa), el mismo Garzón y la misma Fiscalía rechazaban procesar a Otegi por desobediencia, tras la rueda de prensa que protagonizó con motivo de dicho atentado, pese a reconocer el batasuno en siete ocasiones que hablaba en nombre de su organización. Juez y fiscal estimaban que Otegi tenía todo el derecho a actuar en representacion de la izquierda abertzale, súbitamente divorciada a sus ojos de ese conglomerado terrorista en el que la Fiscalía (entonces en manos de Fungairiño) y el Juzgado número 5 (ocupado por Garzón) la situaban en agosto de 2002.

La «situación» de la que hablaba la estrella más fulgurante de la Audiencia vuelve a cambiar y, con ella, cambia el criterio de la Justicia. ¿Qué clase de Estado de Derecho es éste? ¿A quién pretenden engañar? ¿Qué pasaría mañana si ETA anunciara otro alto el fuego tramposo para sacar a su gente del aprieto. Desgraciadamente para todos, ni el juez, ni el fiscal ni el Gobierno tienen ya el menor atisbo de credibilidad. [...]

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