Romance de Carmen Calvo

¿No echan ustedes de menos / su desparpajo y su flema? / ¿Sus espontáneas salidas, / su ignorancia enciclopédica, / sus meteduras de pata / o su falta de vergüenza? // ¿No encuentran que es un hallazgo / sólo digno de un esteta / elegir para ministra / de Cultura o lo que sea / a una señora que dice / —y suponemos que piensa— / que los conciertos de rock / de cualquier banda extranjera / nos representan mejor, / y hacen más por nuestra lengua, / que el Instituto Cervantes, / que le parece una mierda? //¿No les resulta gracioso / que una mujer que gobierna /a su capricho y antojo /en nuestras artes y letras /convierta al fraile en la fraila /si el fraile tiene dos tetas, /se lleve al Mediterráneo /los arenales de Huelva, /tache de «propositivo» /nuestro cine a la europea /—traducido al castellano: /el que aburre a las ovejas—, /y se quede tan campante, /y se vaya tan contenta? [...] Y en cuanto a las libertades, /lo tranquilo que te quedas /sabiendo que tus retoños /van a tener las que quieran: /la de cambiar a su gusto /de nación y de bandera, /y sobre todo, señores, /la de cambiarse de acera. /No hay cosa más importante /—«Calvo dixit» allá en Chueca— /que el derecho de los hombres /a tirarse lo que quieran /(pero no sólo en el mundo, /sino en todos los planetas). Sigue leyendo a Laura Campmany en ABC

1 comentario:

Anónimo dijo...

Doña Rosa Regás, cesada también.