Dijo Benito Mussolini a los diputados comunistas en 1921: «Entre nosotros y los comunistas no hay afinidades políticas pero hay afinidades intelectuales. Como ustedes, consideramos necesario un Estado centralizado y unitario que imponga una disciplina de hierro a todas las personas. Con esta diferencia: que ustedes llegan a esta conclusión por la vía de la lucha de clases, y nosotros por la vía del concepto de nación.» [“Comunism”, Richard Pipes]
Las afinidades señaladas por el socialista Benito Mussolini no son sólo “intelectuales”, sino completamente políticas, ideológicas. Difieren en “la vía”; no en los métodos ni en la “conclusión” (Estado totalitario). La propaganda y el culto a la personalidad son similares en el fascismo y el nazismo, por su origen socialista. El sistema socialista (o comunista, que nadie se ofenda), es totalitario por definición. Cuba, por ejemplo, es la recreación de la “utopía socialista”. Lo dicen todos los simpatizantes mundiales del régimen. Si en España hubiera ganado la guerra civil el bando “republicano” (que de republicano tenía sólo el nombre, ya que en sus filas militaba nada menos que el PCE), quizá todavía habría una momia en el trono (envuelta con la bandera roja). La Brigada Canina del PCE (ya que no existiría el PSOE), se quejaría por algún “bloqueo” económico; en las plazas habría estatuas de Carrillo; en las autopistas habría carteles gigantes de Carrillo (a lo Lenin, Stalin, Mao); en los colegios los niños estudiarían vida y obra de Carrillo. ¿En los sellos? Carrillo. ¿Qué votarían los españolitos y españolitas en las “elecciones” (votaciones)? Carrillo. Y así y así.
Como habría unanimidad, llegaría el siglo XXX y los españolitos y españolitas seguirían admirando a Santiago Carrillo. Bueno, más o menos como ahora con Franco. ¿Quién desenterró la momia de Franco? Los españolitos y españolitas progres. Por nostalgia, por lo que pudo haber sido y no fue. Les encanta la dictadura. Los pone nerviosos la libertad (ajena). Ay, ¡qué tiempos aquellos… los de la clandestinidad! ¡Añoramos aquella disciplina de hierro! Queremos que nos traten como niños. ¡Necesitamos un dictador! Uno que barra con esas lacras que joden y joden las libertades individuales, y esas mariconadas burguesas. Aclaro, antes de que le dé un ataque de pánico a alguien, que en España no existe tal cosa. Zapatero, es sólo un progre. (España no es un Estado socialista; Cuba sí es un Estado socialista, y así lo establece su Constitución hecha a medida del Partido). El progresismo es la consecuencia del vacío ideológico experimentado por el socialismo; es una desesperada secuela ante la evidencia del fracaso rotundo del paradigma socialista. Sólo quedan los gestos, las pancartas, los eslóganes. Es decir: no son socialistas, son sólo hipócritas que, en la práctica, hacen todo lo contrario a lo que pregonan. Hoy, los verdaderos socialistas son marginales. A los progres, lo que les queda del socialismo es la rémora totalitaria; eso de aplastar al que piensa diferente, de tratarlo con una supuesta superioridad moral (que da risa).
En cuanto a lo de “derecha” e “izquierda”, eso ya huele a rancio -precisamente- por el auge del progresismo. Los progres (no los verdaderos socialistas), no se oponen a la propiedad privada ni a las libertades individuales, no, no, no. Se oponen a la propiedad privada y a las libertades individuales de los demás. De ahí la hipocresía. No conozco un solo intelectual progre que no disfrute de la economía de mercado. De eso viven. De ahí la hipocresía. No conozco un solo intelectual progre que esté dispuesto a sufrir en carne propia el sistema socialista cubano. Prefieren vivir en países donde haya libre mercado y donde nadie les “expropie” sus derechos de autor. De ahí la hipocresía. No conozco un solo progre que emigre hacia la “patria socialista”, sino que prefieren emigrar hacia países con economía de mercado, propiedad privada, etc. De ahí la hipocresía. Perdón por la reiteración, pero a los hipócritas les cuesta darse cuenta de que lo que dicen y lo que hacen no coincide. A ver si alguno por ahí lo reconoce. Lo dudo. En fin.
Por otro lado, lo de “derecha” e “izquierda” es una forma demasiado imprecisa y contradictoria para interpretar el mundo. Quienes se definen como “de derecha” en un país, coinciden -a veces- con las propuestas de quienes se definen como “de izquierda” en otro país. Y viceversa. Ejemplos al respecto hay muchos. Los que sí son asombrosamente “coherentes” (en su incoherencia), son los progres de cualquier país. Y aquí viene otro punto interesante. No es casual que, entre quienes detestan “lo progre” (como fenómeno cultural), haya tanta variedad de puntos de vista sobre todas las cosas, frente a “lo progre”, tan uniforme en su manera estúpida y maniquea de ver esas mismas cosas. Entre los no-progresistas hay gente a favor y en contra del desarme civil, a favor y en contra del aborto, a favor y en contra de la pena de muerte, a favor y en contra de la eutanasia, a favor y en contra del “matrimonio gay”; hay liberales y conservadores, religiosos y no religiosos, etcétera. La diferencia está en que lo dicen, mientras los progres posan (como algo que no son); y se les nota.
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