Pocas veces puedo decir, con total seguridad, que vengo del cine de ver un señor peliculón. Hoy es una de esas veces, y el peliculón es alemán y se titula La vida de otros. Ambientada en Berlín Oriental antes de la caída del Muro, narra la historia de un escritor cuya novia, una famosa y bella actriz, llama la atención de un Ministro. Para deshacerse de su rival, este ‘pez gordo’ ordena espiar al escritor para sacarle algo que le comprometa y llevarle a prisión.
Este filme está nominado al Óscar a la mejor película en lengua extranjera, y ya ha conseguido unos cuantos premios. No es para menos, pues nos encontramos ante una película ‘redonda’: unas interpretaciones excelentes, empezando por el capitán Gerd Wiesler de la Stasi, que se encarga de espiar a la pareja (el actor Ulrich Mühe se ha llevado un premio europeo de cine por este papel); una banda sonora embriagadora, elegante y bien llevada; muy buena fotografía; escenarios y ambientación cuidados con un detalle sorprendente; el guión, de diez. En fin, podría seguir, pero mejor os invito a verla. Espero sinceramente que se lleve el Óscar.
Como reflexión, diré que no me parece casual que la acción de la película empiece en 1984, pues la dictadura que expone al telespectador recuerda mucho a la del libro de George Orwell, con una salvedad: la película, contra lo que esperaba, no incluye violencia física, sólo psicológica, de un refinamiento muy retorcido, pero sin constituír el centro de la historia. Es llamativo, además, ver la sorprendente red de informadores que tenía la Stasi (abajo a la derecha, el escudo de esa siniestra policía política), lo cual arroja una idea de la paranoia en la que necesariamente cae todo régimen totalitario, tan consciente de su fragilidad y con tal pavor a cualquier discrepancia, que para mantenerse tiene que recurrir a un control absoluto de toda la sociedad.
Ya para terminar, no puedo dejar de expresar mi queja por el hecho de que una película tan destacada, quizás la mejor que se estrena esta semana, sólo se haya programado en una sala de todas las que hay en Vigo (hablamos de la mayor ciudad de Galicia). ¿Tendrá algo que ver en esto, acaso, el hecho de que la cinta deje al socialismo -en la película se lo cita así- a la altura del barro?
Vía Elentir
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