Llamemos a las cosas por su nombre (Rosa Díez)

Por Rosa Díez en su blog

Esto de la confusión en el lenguaje empieza a adquirir tintes dramáticos. Ya no es sólo que la utilización torticera y/o simbológica de palabras como "paz", "proceso", "diálogo", "negociación", etc., nos haya sumido en el desconcierto, como muy bien apuntaba ayer Rogelio Alonso en una magnífica reseña del libro de Luis Veres (La retórica del terror. Sobre lenguaje, terrorismo y medios de comunicación), sino que en todos los ámbitos de la vida y de la comunicación se percibe una enorme confusión a la hora de elegir las palabras con las que se denominan y analizan los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor. Me fijaré en tres ejemplos de los que más comentarios han merecido durante este fin de semana: la polémica sobre los "okupas" en Barcelona, la "batalla" de Alcorcón, y la sentencia del Supremo respecto de Segi, Haika y Jarrai.

OKUPAS. Lo primero que habría que hacer al abordar esta cuestión es separar el debate sobre la política de vivienda con la actividad y la actitud de los 'okupas'. Los 'okupas' son grupos organizados, generalmente muy ideologizados, con un discurso muy próximo al anarquismo, con una clara reivindicación de un modelo alternativo de sociedad, reconocidamente antisistema. No ocupan las viviendas o los edificios vacíos porque no tengan recursos para alquilar o pagar una vivienda; su estrategia no tiene nada que ver con el precio de la vivienda, como acabo de señalar. Por eso mezclar el debate sobre la política a desarrollar para enfrentarse con ese fenómeno con las medidas para abaratar el precio de la vivienda o sacar al mercado viviendas en alquiler para jóvenes, es una abosoluta tontería.

Desarrollemos políticas de vivienda eficaces y progresivas, que abaraten el suelo y que permitan poner a disposición de los jóvenes viviendas asequibles. Y desarrollemos, al margen, políticas para evitar que la ocupación de inmuebles públicos y privados degenere en conflictos sociales o que produzcan una auténtica indefensión en los propietarios de viviendas particulares, adquiridas la mayor parte de las veces con grandes sacrificios personales a lo largo de toda una vida. Y penalicemos a quien no respeta la propiedad privada; la despenalización del delito --el mero hecho de hablar de ello-- sólo puede generar un efecto llamada hacia grupos que hoy operan en otros países europeos y pueden llegar a pensar --como pasó con determinadas medidas mal explicadas respecto de la inmigración-- que esto es jauja.

LATIN KING. Lo que caracteriza de veras a los 'latin king' no es el hecho de ser sudamericanos; lo que les define es el hecho de ser una banda organizada de delincuentes. Los enfrentamientos de Alcorcón no han surgido como un brote racista; han surgido como respuesta a los ataques de una banda de delincuentes, en su mayor parte sudamericanos, organizados bajo el nombre de 'latin king'. Como muy bien explicaba hoy un oyente de Onda Cero que decía que él también era sudamericano; y que cuando ha llegado hoy a su trabajo le han espetado : '¡ menuda la que habeis armado...!'. Me ha recordado la de veces que he escuchado eso de : "es que los vascos..." Distingamos pues; no son jóvenes españoles contra jóvenes latinoameticanos; son españoles --y otros que no lo son--, contra una banda organizada de delincuentes, que atacan, roban, apalizan, atemorizan..., a quien quiera que se encuentre en los lugares que ellos han definido como su "territorio". Y que no distinguen si los atacados son españoles o latinos como ellos mismos. Definamos pues a los delincuentes como delincuentes, y no como latinos. Porque su verdadero signo de identidad no es su procedencia, sino sus actividades delictivas. Y no confundamos la respuesta como una respuesta racista, que no estuvo en el origen. Porque esa terminología errónea puede conducir a un conflicto verdaderamente racista, que derive en otro tipo de actos con gravísimas consecuencias; como en Francia, Holanda u otros países de nuestro entorno. Y puede dar pie también a un resurgimiento de la extrema derecha, hasta hoy felizmente ausente de nuestras instituciones; como ha ocurrido también en los países europeos antes citados, donde han obtenido un nada desdeñable --y por eso más preocupante aún-- apoyo electoral. Así que, cuidado con las palabras; las carga el diablo.

TERRORISTAS. A propósito de la Sentencia del Supremo calificando como organizaciones terroristas a Segi, Haika y Jarrai, he escuchado y leído a lo largo de estos últimos días muchos comentarios sobre las distintas reacciones que este fallo judicial ha producido. Más allá del rechazo frontal de los nacionalistas --lo mismo de los violentos que de los otros, de los socios del Gobierno de España--, he podido volver a constatar la frivolidad y la falta de rigor con la que se denominan a los terroristas que militan en estos tres grupos o en Batasuna.
Durante todo el fin de semana, desde el mismo viernes, se han sucedido actos de protesta y declaraciones públicas de apoyo a los terroristas encausados, a los que han sido detenidos y a los 19 que aún siguen en libertad. Cuando las declaraciones las hacían dirigentes de la organización terrorista Batasuna, los medios solían decir "portavoces de la izquierda abertzale", que es una manera como otra cualquiera de homologar a este grupo terrorista con una ideología más del catálogo político: izquierda y patriótica. Pues no; Batasuna no es 'la izquiera abertzale', aunque ellos se llamen así (por cierto, en la jerga de ETA la izquierda abertzale es todo el conglomerado terrorista, en cuya cima está la propia ETA). Batasuna es una organización terrorista; y si no se le quiere llamar así, se le debiera llamar, al menos, "organización ilegal"; nunca, salvo que se quiera confundir, "izquierda patriótica".

Cuando eran jóvenes miembros de las organizaciones declaradas terroristas por el Supremo los que se manifestaban --en ruedas de prensa en la calle, colgando carteles, paseando pancartas alusivas a las organizaciones terroristas juveniles o a de Juana Chaos, he escuchado que de forma insistente se les denominaba "jóvenes independentistas". Pues no; su característica fundamental no es ser joven ni idependentista, sino formar parte o apoyar a una organización terrorista. O sea, su hecho diferencial respecto del resto de jóvenes vascos es ser un joven terrorista.

Pues eso, que es necesario que hagamos un esfuerzo de pedagogía democrática y llamemos a las cosas por su nombre. Si confundimos la realidad difícilmente podremos poner en marcha instrumentos para cambiarla.

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