Por Arturo Pérez-Reverte en XLSemanal
[…] Una asociación determinada, el Gobierno o quien sea, consulta a
Por ejemplo: «La Academia suele ir por detrás. Es una institución que se mueve lentamente». Eso acaba de manifestar un grupo de derechos homosexuales, lamentando que en el Diccionario Esencial la palabra matrimonio no recoja todavía la unión de dos personas del mismo sexo. Pero es que ésa es precisamente la misión de la Academia: ir detrás y despacio, con el sensato criterio de que sólo palabras con cinco años de uso probado y general tienen solvencia. Conviene saber, además, que hay académicos de la RAE que son homosexuales y recomiendan, como sus compañeros, esperar a que la sociedad hispanohablante –que no sólo es la española…– utilice de forma generalizada, si procede, la nueva y aún poco extendida acepción; pues, pese a lo que algunos querrían, una academia y un diccionario no están sometidos a parlamentos, gobiernos o leyes, sino al uso real de la lengua, como bien demostró la RAE durante el franquismo. Tampoco está de más recordar que las veintidós academias que hacen el diccionario –española, americanas y filipina– coincidieron en que la expresión matrimonio homosexual contiene una contradicción etimológica de la que se informó al Gobierno de España, a petición de éste, cuando redactaba la correspondiente ley. Informe al que, por supuesto, el citado Gobierno no hizo puñetero caso; como tampoco lo hizo cuando, tras consultar sobre la incorrecta violencia de género y proponer la Academia violencia de sexo, violencia contra la mujer o violencia doméstica, cedió a las presiones feministas, imponiendo un disparate lingüístico en el enunciado de esa otra ley. Aunque en materia de disparates, el premio Tonto del Haba del Año lo gana siempre la Junta de Andalucía, especialista en aberraciones antológicas. Y como se acaba la página, de eso hablaremos la semana que viene.
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