Apagón informativo de los que hace 3 años exigían claridad

La jornada fue frenética y la búsqueda de información incesante. Llamadas a las oficinas oficiales, comparecencias del presidente y de ministros, contactos con la oposición..., pero en sustancia, nada de nada. Los datos no llegaban y la comunicación, escasísima, parecía atascada. Se recuerdan entonces las experiencias en atentados similares, y la conclusión es que el Gobierno y sus socios mediáticos han creado una burbuja informativa. Nada del comando y de sus miembros, nada de la furgoneta robada, nada de la composición ni de la cantidad del explosivo y, sobre todo, nada de las dos muy probables víctimas mortales sepultadas bajo los escombros. El impacto emocional y mediático es muy distinto con dos personas desaparecidas que con dos cadáveres en plenas fiestas navideñas. Sobre todo para un Gobierno que se resiste a romper el proceso de negociación con los asesinos. En un intento de salvar los muebles, el Gobierno ha dado la talla exacta de su política informativa y en la hora crítica sacrifica la transparencia a sus intereses. Son los mismos que hace casi tres años exigían saber la verdad.

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