Explicarán en el Congreso que su vida afectiva y mental justifica incluirlos en la categoría de personas. Mientras que esos mismos derechos no se piden para bebés de 4,6 u ocho meses no natos ni para los miles de personas que viven en la cárcel más grande del mundo (la isla de Cuba), ni para las mujeres que viven en teocracias islamistas, los simios deben tener derechos HUMANOS. ¿Y las moscas? Que son más parecidas a nosotros. Recordando la famose frase de Azaña, me atrevo a rectificarla: Todos los monos del mundo no valen la vida de uno de los 80.000 bebés al año que mueren antes de abandonar el vientre materno en España.
¡Qué dos fotos!: