«Fue él». José María Múgica, hijo de Fernando, asesinado por ETA hace ahora once años, no tuvo duda al identificar en la Audiencia Nacional al asesino de su padre, Francisco Javier García Gaztelu, alias «Txapote», Lo hizo el 6 de febrero de 1996, en el centro de San Sebastián, junto a su despacho de abogado, de un tiro en la nuca mientras otro terrorista, Valentín Lasarte, cruzaba para cubrirle al otro lado de la calle. Mientras huían, el abogado socialista se desangraba en la acera junto a su hijo. Una empleada de una tienda cercana miraba la escena paralizada y «Txapote» le gritó: "Deja de mirarme o te pego un tiro». Algunos tiros efectuaron los terroristas más tarde al encontrarse con la Policía Autónoma, que no disparó.
[…] Fernando Múgica había sido un militante antifranquista, hijo de padre comunista y de madre judía, baluarte de la reconstrucción del Partido Socialista en Guipúzcoa durante la dictadura. El trío formado con su hermano y José María Benegas, junto a un pequeño puñado de personas, fueron el soporte del partido, tanto en la actividad clandestina como en el fundamento intelectual del proyecto. En su despacho, antes y después de la muerte de Franco, se defendía y se daba soporte jurídico a socialistas y sindicalistas de UGT.
[…] La familia Múgica se ha convertido hoy, en el País Vasco, en un referente de la lucha contra ETA, de la negativa a la negociación con la banda, de la defensa de la libertad. El año pasado, en el mismo acto en memoria del asesinado, su hijo José María pidió «la derrota definitiva y sin paliativos de ETA». Su hermano Rubén, uno de los portavoces del Foro de Ermua, escribía con motivo del juicio a los asesinos «que ha de haber vencedores y vencidos, porque sólo de tal forma se hará justicia con los asesinados, y porque será así cómo la sociedad española seguirá proclamando su decencia».
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